Cultura en Panamá del XVII y XVIII

Cultura en Panamá del XVII y XVIII

“Teatro, libros y espectáculos en el Panamá Barroco” se titula la Conferencia dictada en el Paraninfo de la Universidad de Panamá por el historiador Alfredo Castillero Calvo con ocasión del homenaje que le de-dicó su Alma Mater, el 16 de abril de 2018. La cultura: A lo largo de su bien documentada exposición, el autor fue descubriendo que ya en los siglos XVII y XVIII existía una cultura literaria e intelectual de inconfundibles méritos, con expresiones individuales realmente notables: “Fue en Panamá donde se cosechó el primer arroz cultivado en tierra firme americana, y desde donde se enviaron las primeras vacas, cerdos, gallinas, semillas y esquejes de plantas europeas a todos los confines del Pacífico americano, provocan-do una verdadera revolución ecológica y multiplicando las opciones alimentarias de la población.   El urbanismo que se establece en Panamá con la fundación de nuestra ciudad primada y de Natá, fue “el paradigma urbano que se multiplicó por toda América, generando una verdadera revolución urbícola como jamás se había conocido en el pasado de la humanidad”.

“Todo esto y mucho más, colocaba a Panamá —gracias a su ventajosa posición geográfica—, en el centro de la gran vorágine que lanzó al mundo a su primera modernidad y a la primera globalización”.

Entre las manifestaciones puestas en relieve, “se ha descubierto que a principios del siglo XVII existía en Panamá una verdadera generación de poetas. A fines del mismo siglo se escribió en Panamá uno de los poemas épicos más extraordinarios del período colonial americano, comparable a La Araucana de Alonso de Ercilla, y en la década de 1630 había doce poetas, la llamada “generación barroca”, que fue capaz de producir el Llanto de Panamá.

La música: “Hay sólidas evidencias de que la música cortesana española se escuchó en Panamá desde muy temprano, a partir de la llegada de la armada de Pedrarias Dávila a Santa María la Antigua del Darién”. “El cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, afirma que cuando la escuchó Careta, el cacique de Acla, quedó embelesado”. Se han hallado, además, inequívocas evidencias de instrumentos musicales propios de las cortes europeas y se sabe que desde que se estableció la catedral en Santa María la Antigua, el Cabildo catedralicio contaba con un chantre, la “dignidad eclesiástica a cuyo cargo estaba la dirección del coro y el canto general de la Iglesia”. El ambiente musical panameño estaba también impregnado de melodías africanas, dominadas por los alegres ritmos del tambor, a juzgar por las frecuentes protestas de los prelados que se quejaban de los bailes que con cualquier pretexto, o sin él, los esclavos y libertos organizaban en los montes cercanos, y cuya provocativa sensualidad escandalizaba al clero, aunque atraía con fascinación a los jóvenes de la élite”.

Pintura y teatro

Teatro: Con ocasión de la fiesta del Corpus Christi, solían representarse autos sacramentales, que consistían en breves dramas alegóricos de tema religioso que el gran dramaturgo Pedro Calderón de la Barca popularizó a partir del primer tercio del siglo XVII y que cuadraban a la época. Eran dramas edificantes que contribuían a afianzar la fe y resultaron ser un instrumento muy efectivo para divulgar el significado de los sacramentos y dar a conocer las Escrituras

Pintura: “Las casas de la élite, estaban virtualmente tapizadas de pinturas, incluso muchas más de las que tiene cualquier vecino panameño acomodado de la actualidad, salvo los coleccionistas. El más famoso pintor fue el hermano jesuita Hernando de la Cruz, llamado en el siglo Hernando de Ribera, miembro de una familia de la élite. Su gran cuadro dedicado a San Ignacio de Loyola, de excepcional mérito artístico, preside el altar mayor de la iglesia de La Compañía en Quito, donde además cuelgan varios cuadros suyos de tamaño mayor dedicados a los Apóstoles”.