El cliente es nuestro hermano

El cliente es nuestro hermano

Amigo lector, ¿no le ha pasado que usted va a una institución pública, un supermercado, un almacén etc. y la persona que le atiende le trata mal o sencillamente le ignora, siendo indiferente a su necesidad? Creo que eso es tristemente parte de nuestro diario vivir. ¿Por qué ocurre? Puede ser por muchísimas razones, pero yo me voy a quedar con una que es para mí el motivo principal del por qué. La respuesta la obtuve de un sacerdote que dijo en su homilía que el problema de muchas de las instituciones públicas es que tienen personal que ve, a quien allí se presenta para recibir un servicio, como un cliente y no como un hermano. Esto me generó tantos pensamientos, que necesitaba plasmarlo en un artículo.

Si nosotros nos viésemos como herma- nos, que de hecho lo somos, no habría desidia ante las necesidades de los demás, porque sus problemas serían también los nuestros; lo que implicaría que el grado de productividad sería muy alto, pues al ver al cliente como hermano, daríamos nuestro mejor esfuerzo por ayudarle. Pienso, además, que esto aplica igual para los compañeros de trabajo, pues si se ven como hermanos, el ambiente laboral va a ser más llevadero.

Definitivamente que la mayoría de los problemas que existen en el mundo, se de- ben a que no hemos aprendido a tratarnos como lo que somos: hermanos en Cristo.

Las guerras son un claro ejemplo de esta triste realidad.

Apreciadísimo amigo lector, usted tiene la decisión de tratar a la persona que busca una respuesta o un servicio de su parte, como cliente o hermano. En una ocasión leía que ver a los demás con ternura, nos permite relajarnos, confiar, sentirnos a gusto y ser más felices.

Mi buen amigo lector, el ser humano madura verdaderamente cuando piensa en los demás. ¿Cliente o hermano? Usted decide.