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El Reino triunfará

El Reino triunfará

Jesús anuncia el evangelio en compañía de los Doce. El hecho de que Jesús fuera acompañado por varias mujeres era algo insólito entre los maestros judíos. Lucas que da una gran importancia a la mujer, no indica que ésta no debe ocupar en la Iglesia un puesto secundario (8, 1-3).
Esta parábola del Sembrador describe la suerte que puede correr la Palabra de Dios, es decir, el mensaje que Jesús está proclamado por todos los pueblos. Frente al aparente fracaso actual, en el futuro producirá el ciento por uno. Después de esta parábola, hay una explicación alegórica (Lc 8, 10-15), reflejo de la interpretación que de ella hizo la Iglesia primitiva. En ella, el centro de la parábola está en la diversidad de respuestas a la palabra. El designio de salvar a todos está condicionado por la actitud (¿en cuál de estas semillas nos colocamos?). Que cada uno adoptara ante el mensaje de Jesús (8, 4-15).
La comparación de la lámpara puede entenderse como conclusión de la parábola del sembrador: lo oculto y secreto llegará a ser público y notorio. Esto quiere decir que las enseñanzas de Jesús no son una doctrina oculta que deba ser guardada o confiada a unos pocos. Por el contrario, es palabra que libera y no puede ser callada o ahogada. (8,16-18).
Aquí termina el discurso de Lucas sobre las parábolas. La Palabra de Jesús aclara el sentido de lo que la tradición llamaba hacer la voluntad de Dios (Mc 3, 35). Para Lucas, hacer la voluntad de Dios significa, escuchar la Palabra y ponerla en práctica. Los que actúan así se convierten en la verdadera familia de Jesús. En el fondo lo que el evangelio pide es la transformación hacia una mayor libertad de vida. (Lc 8, 18-21).