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La meta final, como hijos de Dios

La meta final, como hijos de Dios

Hasta los confines de la tierra y con la fuerza y la luz del Espíritu Santo, llegó y seguirá llegando el Evangelio con nosotros, los nuevos testigos de Jesús.

El apóstol Pablo nos enseñó que a pesar de estar preso y encadenado, el Evangelio no lo está y ahora nos corresponde cumplir la misión de todo bautizado, para decir como Pablo ¡Ay de mí sino evangelizo!

Las reacciones de los oyentes en el Antiguo Testamento con Isaías, mentor religioso de su pueblo, ayer con Pablo y hoy con nosotros, nuevos profetas por nuestro bautismo, serán diversas: les conviene o están en desacuerdo o prefieren quedarse encerrados en su mundo o convertirse.

¿Cómo perder un premio gordo cómo es el de una nueva vida siguiendo a Jesús? ¿Será por miedo a la novedad de Jesús que presenta Pablo a sus hermanos judíos, que no queremos convertirnos y cambiar de vida? ¿un Jesús lleno de grandes esperanzas, pero que exige fidelidad a sus enseñanzas, que invita a seguirlo dejando todo… y por ese miedo es rechazado ayer y hoy?

Y por ello, el resultado son vidas truncadas, disminuidas, frustradas y amargadas, porque igual que los judíos, hemos perdido la gran oportunidad de seguir a Jesús, que es la puerta que lleva al camino, la verdad y la vida, que es luz y da paz.

Lucas recurre a un final abierto, que hace preguntarse al lector: ¿cómo llevar su vida de ahora en adelante? ¿ser un Pedro, que lleno del Espíritu Santo condujo la Iglesia naciente o ser un Pablo que predicó con valor y sin impedimentos? ¿o ser uno de los personajes que tejieron la historia del libro? ¡A nosotros nos toca responder!

La enseñanza de Lucas

Aunque el final del libro es un poco decepcionante, no lo es. Es una obra que no tiene fin. Lucas invitó a las primeras comunidades, y hoy a nosotros, a añadir nuestra página a la historia del cristianismo, llevando a Jesús, su Evangelio y la vida nueva que crece y alcanza a cada hermano .

Los Hechos de los Apóstoles es una invitación a no dejarnos impresionar por las cadenas, hay que continuar; la historia de salvación prosigue a través de todos. ¡Anunciemos con fe a Cristo muerto y Resucitado!