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Las Sagradas Escrituras como fuente para la catequesis

Las Sagradas Escrituras como  fuente para la catequesis

Hay textos que son teológicamente importantes pero que son históricamente difíciles de comprobar. Pero porque no hay indicios históricos sobre ciertos acontecimientos no significa que no tiene validez el sentido teológico.
La historia de Israel comienza con una llamada: la que Dios le hace a Abraham. Hay que valerse del proceso de fe. Leemos la Biblia para crecer en la fe. La historia de la salvación es un ejemplo de cómo Dios fue paciente con su pueblo que no entendía sus planes, pero que aprendió a confiar en Él.
Se pudiera pensar que hay que tener una fe ciega en la Palabra de Dios contenida en la Sagrada Escritura. Pero sabemos que fe y razón van de la mano. Es por eso, que las investigaciones científicas son necesarias para profundizar más en nuestros conocimientos bíblicos. Claro está, que estos métodos científicos tienen un límite que no puede ser sobrepasado; no se puede pretender conocer y explicar todo el misterio que se encierra en la Sagrada Escritura porque es una realidad de fe.
Algo importante es conocer la historia del pueblo de Israel. En ella encontramos el sentido a muchas afirmaciones y comportamientos del pueblo que a simple vista no se puede comprender. El contexto en que se desarrollaron los eventos de la historia de la salvación tiene mucho valor cultural para nosotros, y más en especial, cuando sabemos que esta historia del pueblo de Israel se actualiza en nuestra propia historia.
El hecho de que, en medio del exilio, hubiera un grupo de personas que se pusieran a reflexionar sobre las causas de lo que le estaba sucediendo al pueblo (destierro) y tratando de llevar esperanza al poner por escrito la experiencia de salvación que obró Dios en sus padres al salir de Egipto, nos lleva a nosotros también como catequistas a crear experiencias de fe en los catequizandos haciendo una relectura de sus vidas para que se den cuenta que Dios es el Dios de la historia que camina junto a ellos aún en los momentos más difíciles. Ese Dios que liberó al pueblo de Israel es capaz de liberarnos también de todo aquello que nos entristece o nos aparta de Él.