Motivemos espiritualidad viva y fuerte en los jóvenes en la JMJ 2019

Motivemos espiritualidad viva y fuerte en los jóvenes en la JMJ 2019

La importancia del encuentro personal con Cristo.

El encuentro verdadero con Cristo es el fundamento y el móvil de toda verdadera conversión. El Papa Benedicto XVI lo deja bien claro: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est, n. 1).

El que se ha encontrado con Jesús vive una fiesta interior, y es capaz de hacer prioridades, sin admitir que nadie le robe ese tesoro al encontrar a Jesús, y al encontrarse en Él (Mt 13,44). La juventud de nuestra generación corre el peligro de vivir con riesgo de perder la libertad interior, esa que le da la capacidad de saber elegir correctamente sus opciones de vida, sin ser dominado por la sociedad, por el mundo y sus atractivos, y que es fruto del encuentro personal con Cristo, la que necesitamos trabajar para preparar el espacio de visión y atención que a los jóvenes conviene adquirir y así aprovechar todo lo relacionado a la JMJ. Sólo el encuentro personal con Cristo, “el eternamente joven” (P. Benedicto XVI) nos vuelve a la vida con sentido y con proyección santa y santificadora. Él es el mejor modelo y guía para los jóvenes de todos los tiempos.

Jóvenes con renovado corazón, dado que “los corazones limpios verán a Dios” (Mt 5,8)

Son verdaderamente de corazón limpio los que, a partir del encuentro con las cosas divinas, desprecian lo terreno, buscan lo celestial y nunca dejan de bendecir y contemplar al Señor Dios vivo y verdadero con corazón y ánimo limpio.

Llevar a los jóvenes a contemplar o ver a Dios y a su Cristo, elaborándoles un espacio, un tiempo y experiencia para que pongan en acto la fe a partir de un dato sensible, es el trabajo que espiritualmente ha de asumir todo el equipo animador de la JMJ. Se trata de llevar a la juventud a esforzarse en purificar la mirada, el sentimiento, las emociones, la memoria, y así se dejen llevar por el Señor en un acto de contemplación, que sólo Él puede dar, a una mirada de fe y de amor sobre sus vidas, liberando el pasado para ser aceptado y amado, situándose en el presente con la libertad interior necesaria para hacer de sus vidas una ofrenda grata a Dios, para que “limpios sus corazones” puedan ver a Dios en el acontecimiento que Él les regalará en esta JMJ2019.

La contemplación es una mirada de fe y de amor sobre los seres, las cosas y los acontecimientos vividos y por vivir. Es, ante todo, la mirada de fe y de amor proyectada sobre Cristo: en su realidad humana, para «ver y creer que es el verdadero Hijo de Dios»; y en su sacramento, para «ver y creer» que el pan y el vino son «realmente su santísimo cuerpo y sangre» (Sn Fco Asís).

Esta forma de ver y creer, esta mirada de la vida humana y sacramental de Cristo, y de la vida del hombre, no es posible más que por obra del Espíritu Santo, a través de ese encuentro personal. Es gracias al Espíritu Santo que el hombre puede “ver” al Hijo en cuanto igual al Padre, y “ver” al Padre al contemplar al Hijo, único camino hacia el Padre (Jn 14,6). El trabajo que dará una espiritualidad viva y fuerte en los jóvenes, será el de llevarlos a esta contemplación de su fe viva en ejercicio de toda su historia personal, de lo que vive hoy, y que despierten a amar sus propias vidas, para que como criaturas nuevas se abran a la valoración de su presente y futuro con esta fe y este amor que sólo es posible gracias a la acción del Espíritu Santo. Que logren ver y creer en Jesús vivo y eternamente joven en sus propias vidas; que logren verlo, aceptarlo, amarlo en sus propias historias, y con ello puedan y gusten de vivir el presente con intensidad. De esta manera, aprendiendo a contemplar la vida desde Dios, estaremos en condiciones espirituales de corresponder a su venida y su acción, mejor dispuestos a abrirnos a ella para dejarle obrar en nosotros.