El papel de la mujer en la sociedad y la Iglesia

Comienzo por insertar algunas palabras del Papa Francisco en la homilía de la Misa en la Casa Santa Marta, el 9 de febrero. El Papa explicó que la mujer no está “para lavar platos. No: la mujer está para aportar armonía. Sin mujer no hay armonía”. “El hombre no trae la armonía, la trae ella. Es ella la que trae la armonía, que nos enseña a valorar, a amar con ternura, y que hace que el mundo sea una cosa hermosa”.Y añadió: “Muchas veces escuchamos: ‘Es necesario que en esta sociedad, que en esta institución haya una mujer para hacer tal cosa…’. No, no. La funcionalidad no es el propósito de la mujer. Es verdad que la mujer debe hacer cosas, y hace cosas como todos los demás. El propósito de la mujer es la armonía en el mundo”.
San Juan Pablo II, en su Carta a las Mujeres, de junio de 1995, decía: “La Iglesia ve en María la máxima expresión del « genio femenino » y encuentra en Ella una fuente de continua inspiración. María se ha autodefinido « esclava del Señor » (Lc 1, 38). Por su obediencia a la Palabra de Dios Ella ha acogido su vocación privilegiada, nada fácil, de esposa y de madre en la familia de Nazaret. Poniéndose al servicio de Dios, ha estado también al servicio de los hombres: un servicio de amor. Precisamente este servicio le ha permitido realizar en su vida la experiencia de un misterioso, pero auténtico « reinar ». No es por casualidad que se la invoca como « Reina del cielo y de la tierra ». Con este título la invoca toda la comunidad de los creyentes, la invocan como « Reina » muchos pueblos y naciones. ¡Su « reinar » es servir! ¡Su servir es « reinar »!
El pasado 9 de junio, al recibir a la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, celebrado en Roma bajo el tema “El papel de la mujer en la educación a la fraternidad universal”, el Papa Francisco puso de relieve el papel de la mujer en los diversos ámbitos de la vida, pero sobre todo en el de la educación, y recordó cómo es habitual que sean ellas las que se ocupen de los más desfavorecidos y destacó que son a menudo víctimas de la violencia.
Así hacía hincapié en el valor de la mujer, de la educación en la fraternidad y del diálogo: “hay necesidad de un mayor reconocimiento de la capacidad de la mujer para educar en la fraternidad universal” y “las mujeres tienen pleno derecho de participar activamente en todos los ámbitos y ese derecho debe ser protegido y reafirmado por instrumentos legales”. “Las mujeres, en cuanto educadoras, tienen una particular vocación, capaz de hacer nacer y crecer nuevas modalidades de acogida y estima recíproca”. “Las mujeres, unidas íntimamente al misterio de la vida, pueden hacer mucho por promover el espíritu de fraternidad, con el cuidado por preservar la vida y con la convicción de que el amor es la fuerza que puede hacer el mundo habitable para todos”. Por eso, subrayó el Papa, “gracias a su contribución, la educación a la fraternidad puede superar la cultura del descarte”.
Y como el Papa no es de los que se queda en buenas palabras o en palabras para los demás, ya ha instituido dos entidades para analizar el papel de la mujer en la Iglesia: por un lado, una comisión para estudiar el diaconado femenino y, por otro, dentro del Dicasterio para la Cultura, el día 7 de marzo, el día antes del Día Internacional de la Mujer, presentó una comisión formada por 37 de ellas, que proceden de distintos campos como el periodismo, la teología o la política y se reunirán cuatro veces al año para asesorar al Pontificio Consejo para la Cultura y proponer diversas iniciativas y actividades.
Además, el Dicasterio para los Laicos, con el trabajo de la Sección Mujer, sigue con particular atención lo que sucede en el vasto mundo de las mujeres y trabaja por promover reflexiones y acciones que ayuden a profundizar la dignidad y vocación de la mujer en la Iglesia y en la sociedad. En colaboración con asociaciones, movimientos, organizaciones no gubernamentales, con otros dicasterios de la Curia romana, y con el apoyo de un grupo consultor ad hoc, la sección mujer se interesa además por estudiar la relación hombre–mujer en su especificidad, reciprocidad y mutua complementariedad.
Algo está moviendo Francisco en la Iglesia. Ojalá que todos aprendamos la lección: por algo “la Iglesia” es femenino.

José Luis Cardenal Lacunza Maestrojuan, O.A.R / Obispo de la diócesis de David