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Ramas vicentinas se reúnen en Volcán

Son un gran árbol del que todas sus ramas salen frutos. La familia vicentina festeja con mucho júbilo y a nivel mundial los 400 años del carisma vicentino, cuando un 25 de enero de 1617 en el pueblo de Folleville, en Francia, Vicente mediante un sermón exhorta a sus habitantes a la confesión general. Ese día fue el día del «primer sermón de la Misión».
Para recordar tan memorable acontecimiento en Panamá son muchas las actividades que se vienen realizando entre ellas la celebrada en días pasados en el centro de formación Héctor Gallego, ubicado en Volcán, Chiriquí.
La asesora nacional de la familia vicentina, Sor Carolina Solorzano explicó que se efectuó una Formación Vicentina propia para Vicentinos, disertación que recayó en el P. Joe Agostino, quien es el coordinador general a nivel mundial de la familia vicentina y en Giancarlo Carrasco, presidente internacional de las juventudes marianas vicentinas.
Durante el desarrollo de las temáticas- explicó la religiosa perteneciente a las Hijas de la Caridad de san Vicente de Paúl – que se profundizó aún más en el carisma que heredaron del santo francés.
Destacó que el padre Agostino entre otras disertaciones les habló del trabajo en equipo; sobre los proyectos y logro de metas específicas y sobre el Evangelio, en la búsqueda de no quedarse solo en la teoría sino que ofrezca respuestas concretas al servicio del pobre.

Participación regional
En la jornada participaron los Consejos regionales de Panamá, Colón, Santiago de Veraguas y Chiriquí.
Al referirse a la diócesis de David admitió que los chiricanos han respondido favorablemente a la presencia vicentina, siendo la comunidad de laicos vicentinos más grande de Panamá.
Explicó en esta diócesis están activas diferentes ramas tanto de laicos como de consagrados entre ellos la congregación de la misión (Padres Vicentinos); Las hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, La asociación de la medalla milagrosa (AIM); Las Juventudes Marianas Vicentinas, La Conferencia de san Vicente de Paul (compuesta por parejas y jóvenes que trabajan en el servicio del más pobres); la Asociación Internacional de Caridad (AIC). Todas tienen un fin común, el servicio del más pobre.
“Nosotros estamos claros es cuando le servimos a un pobre servimos a Jesucristo, esa es la alegría de nosotros que servimos en unidad a la Iglesia, unidos trabajamos mejor, por eso somos una gran familia”, concluyó.