Pureza del corazón para el encuentro

Pureza del corazón para el encuentro

El alma pura goza del amor divino                                       

Alma pura es esa que ha escapado de toda iniquidad y se regocija del amor divino. La pureza es el estado sereno, sosegado, libre y amoroso del alma. Son almas perseverantes en amor puro, que se mantienen en estado de amor divino, y en las que el mal no tiene poder. Son esas almas que con valor y esfuerzo han obtenido los frutos del amor, y no se apartan por nada de este amor, aunque sufriera miles de males. Ejemplo de ellas son: san Esteban, discípulo de Cristo, quien en su martirio oraba por sus verdugos así: “Señor, no les tomes en cuenta este delito” (cf. Hch 7,54-8,3); y el mismo Jesús, quien pide con devoción a Dios el perdón para quienes lo mataban: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34).

El trabajo de la purificación del corazón

-Saber que es una lucha de purificación espiritual o de cosas interiores, que requiere valentía y constancia en la purificación.

-Saber que el elemento externo a trabajar son los apetitos desordenados. La concupiscencia a sentir deseos no gratos a Dios, y que buscan la gratificación de los sentidos, y por su atención a ellos alejan al alma de la atención a Dios. Debe mortificarse en ellos, si quiere llegar al encuentro con el amor divino.

-Para vencer esos apetitos de nuestro cuerpo ha de tener mucha valentía, decisión y constancia en la lucha purificadora, teniendo claro que es camino no exento de sacrificios y de peligros, porque “el hombre que quiera obtener la pureza del cuerpo, es como quien quiere caminar sobre brasas y no quemarse, sobre espadas y no herirse”.

-Esto supone una preparación adecuada, valiente para no ceder a los deseos de la naturaleza humana, que detiene todo proyecto de perfección y santificación espiritual.

-Saber que el trabajo de la vida interior ha de ser: tener la mente limpia, la mirada pura, los ojos atentos, una sólida paciencia, santa perseverancia, el respeto a los mandamientos de Dios, y ante todo la Gracia del Espíritu Santo, que atraemos hacia nosotros cuando hacemos todo lo que es bueno, lo que agrada, lo perfecto (cf. Rom 12,2).

El trabajo de la preparación del corazón consiste en “sacar de él todo lo que en él habita y no es de Dios; todo lo que en él se ha infiltrado y hace que, aunque nuestro corazón desea hacer el bien, termine haciendo el mal que no quiere (cf. Rom 7,14-25), y que impide a Dios hacer obras en él. No pocas veces nos pasa como a San Pablo, que “tenemos buenas intenciones y verdaderos deseos de realizarlas, pero caemos atrapados en malas obras”. Es el drama interior y por eso es el campo más importante de la preparación espiritual para la JMJ. Constatamos en la vida que hay momentos en los cuales el desorden ingresa en nuestras vidas, con una fuerza imparable, y caemos en pecado. El combate se da en la desconexión humana entre la inteligencia (sé lo que tengo que hacer) y la voluntad (y hago el mal que no quiero). Es el corazón dividido, el interior dividido, la carne débil, la concupiscencia triunfante, la historia integrada, no salvada aún.

Propuesta de ejercicio para el animador:

1-Identificar el lugar donde debe estar la mayor dedicación de su trabajo animador para llevar a la meta: el encuentro con Cristo.

2-Saber ir al corazón del joven, ser experto en ello, y saber hacer prioridad en la preparación espiritual que le toca de ayudar a sanar el corazón, y ayudar en su purificación para que pueda alcanzar la meta.

3-Enseñar al joven a dirigir la mirada al corazón con realismo, sin miedos, y con deseos de Dios, y con amor de humanos.

4-Ayudar a mirar con paz y con amor, lo que ocupa el corazón, lo que en él habita y anima el alma del joven. Lo no bueno para ser liberado, y lo bueno para ser potenciado.

5-Y si el joven mira que su corazón lo está ocupando acciones haraposas y malolientes, esclavizadoras y no santificadoras, no liberadoras, ha de ayudarle a hacer lo que esté de su parte, para retomar el camino de la pureza del alma, de la libertad del corazón, y llevarlo a gozar de las alegrías que en este estado se prometen.

Antes ten en cuenta para el buen trato

contigo mismo y con el joven que animas:

-La luz verdadera no brilla de forma igual en todos los corazones.

-El ser receptor de la presencia de Dios y llegar a la gracia del encuentro con Él, está en función de la pureza de corazón y de la devoción con la que cada quien experimenta su propia vida espiritual.

-Cada uno percibe la Palabra, en función del estado espiritual que tiene, de la pureza de corazón que vive.