A cada cual, Dios le ha dado la oportunidad de aprovechar su vida en la construcción de una sociedad y un mundo mejor. Por supuesto, esta donación viene acompañada de una serie de dones que también a cada uno, el Señor nos ha dejado como recursos para trabajar en esa construcción.
Al final de la jornada se nos pedirán cuentas, que nadie lo dude.
Por supuesto este “examen” será en la Misericordia, es decir, en cuánto amor dimos a quienes nos rodearon.
Esta semana, el Señor nos está pidiendo que hagamos un alto y hagamos una revisión personal previa, antes que toque la definitiva, y nos preguntemos cómo van nuestros frutos en el Amor, cuánto bien hemos prodigado y a cuántos hemos permitidos que conozcan a Dios a través nuestro.
Dios pide que seamos puentes para llegar a todos. No nos corresponde a nosotros hacer la selección. Eso le compete a Él.
Muchos de nosotros nos consideramos especiales y privilegiados por haber sido contactados por Dios, quien nos separó del resto y nos permitió ser mejores.
Es la misma actitud de los fariseos en el Evangelio, quienes consideraban que la salvación pasaba por ellos y por nadie más.
Jesús rechazó esta actitud egoísta, injusta y excluyente, y por eso nos pide esta semana que revisemos cómo va nuestro caminar cristiano, cuántas almas le hemos propiciado a Dios durante esta pandemia, y quién, por intermedio nuestro, ha logrado tener un encuentro personal con Cristo.
Hagamos ese inventario de Amor, que no se pide por horas ni por cantidad de obras o platos de comida, sino por intensidad y calidad en el cariño y la entrega a los demás. Ojalá sea mucho el fruto que tengamos como reserva.
¡Ánimo!