En medio del ajetreo diario, vale la pena detenerse y regalarse tiempo para dialogar con quienes más amamos.
Por Marianne Colmenárez
Entre el trabajo, los deberes del hogar y el cansancio que se acumula al final del día, muchas veces los padres se encuentran discutiendo con sus hijos o, simplemente, sintiendo que el tiempo no alcanza. Pero en medio de ese caos cotidiano, hay algo que no se puede postergar: la necesidad de reconectar como familia.
Hoy, más que nunca, cada miembro de la familia vive a su ritmo. A veces pareciera que comparten techo, pero no la vida. Por eso, es vital hacer una pausa y redescubrir el poder de reunirse, aunque sea un rato cada semana.
Angie Correa, psicóloga y laica comprometida, nos recuerda que no hace falta un gran evento para reunir a la familia. “Podemos empezar con algo tan simple como preparar la cena juntos o poner la mesa. Lo importante es aprovechar ese momento para conversar de verdad”, manifiesta.
Y es enfática en algo: compartir no es dar órdenes ni corregir. “Conversar es abrir el corazón, no solo repetir las reglas de la casa”, dice.
¿Por qué son tan importantes estos espacios?

La psicóloga Ingrid Olivares asegura que las reuniones familiares aumentan la conexión emocional y mejoran la comunicación. “Aun con muchas responsabilidades, debemos encontrar tiempo para fortalecer la unidad familiar. No se trata solo de comer juntos; también se vale una salida al parque, al cine o a la playa”, comenta.
Para ella, lo esencial es tener claro el propósito del encuentro: demostrar a cada miembro que es importante, que es amado. “No podemos convertir nuestro hogar en una pensión donde solo compartimos el espacio físico. La familia implica compartir también lo emocional, lo espiritual y lo formativo”, afirma.
Reuniones con sentido y en todas las etapas
Cada etapa familiar tiene su propio ritmo, y también su forma de comunicarse. Angie Correa explica que, cuando los hijos son pequeños, se puede incluir el juego o actividades lúdicas. A medida que crecen, es clave tocar temas que los interpelen, sin juicios ni críticas. “La confianza se gana cuando los hijos se sienten escuchados y no juzgados”, afirma.
Olivares añade que no hay temas prohibidos en la familia, sino formas de abordarlos según la edad y madurez de cada uno. “Podemos hablar de motivaciones, economía, conflictos, sueños… incluso de los temas difíciles. Lo importante es hacerlo con respeto y empatía”, dice.
¿Cómo organizar una reunión familiar?
- Elijan un día fijo a la semana para reunirse. La constancia crea hábito.
- Papá y mamá deben dar el ejemplo: apaguen la televisión y los celulares.
- Revisen juntos las actividades de la próxima semana y organicen un calendario familiar.
- Cada uno debe tener su momento para hablar, sin interrupciones ni críticas.
- Tomen decisiones en conjunto, pero recordando que los padres tienen la última palabra en temas complejos.
- Terminen con una oración de agradecimiento y, si es posible, una actividad divertida o un postre compartido.