Su trabajo como obispo en el Perú y su apostolado en Roma le dieron una visión bastante certera y objetiva de la situación del mundo.
Por Fray Miguel Ángel Ciaurriz OAR
Cuánta verdad hay en el refrán que dice que el que al cónclave entre como papa, sale como cardenal, es decir, sale como estaba, y sin poderse asomar al balcón para saludar a las multitudes reunidas para aclamar al pontífice de la fumata blanca.
En las quinielas y vaticinios sobre el sucesor de Pedro en la silla vaticana, no salía el cardenal agustino Prevost, aunque algunos sí advertían que podía ser el tapado con el que quedaríamos sorprendidos. Y así ha sido.
Apenas dos días después de su elección, los analistas que se devanaban los sesos para tratar de adivinar quién sería el que seguiría a Francisco, ahora se calientan la cabeza tratando de encontrar el porqué del nombre León. No hay que ser muy sesudo para entenderlo. Así como Bergoglio, a quien, una vez elegido, su compañero de silla en la Capilla Sixtina le susurró al oído: <<no te olvides de los pobres>> y escogió el nombre de Francisco, que yo pensé que, como jesuita, lo habría hecho pensando en san Francisco Javier, el compañero de san Ignacio de Loyola. No, lo hizo pensando el <<poverello>> de Asís.
Hablando el pasado sábado, 10 de mayo, a los cardenales les explicó por qué había escogido el nombre de León, dijo a sus compañeros de cónclave: “al sentirme llamado a proseguir este camino, pensé tomar el nombre de León XIV. Hay varias razones, pero principalmente es porque el papa León XIII, con la histórica Encíclica Rerum Novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial y hoy la Iglesia ofrece a todos, su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo”.
Que venga con mucha valentía para afrontar con coraje los nuevos retos de la Iglesia.
Legado
León XIII, que tuvo uno de los más largos pontificados en la Iglesia (25 años), con esta encíclica, que se considera el documento fundacional de la Doctrina Social de la Iglesia, es el que abrió las puertas de la barca de Pedro a la modernidad, abordando temas como la cuestión obrera, los derechos de los trabajadores y el papel de la Iglesia en cuestiones sociales. Criticó tanto el socialismo radical como el capitalismo sin restricciones. Hoy el mundo está ante una nueva revolución, la digital, y este es un reto que la Iglesia no puede ignorar.
Trabajo pastoral
Los años de obispo misionero en la diócesis de Chiclayo, en Perú, y el tiempo que ha trabajado en Roma, en el dicasterio que se ocupa de asesorar al Papa en el nombramiento de los nuevos obispos, le van a servir mucho para tener una visión bastante certera, amplia y objetiva de la situación del mundo y, particularmente, de la Iglesia.
Y como <<cada maestrillo tiene su librillo>>, León XIV, desde el primer día, ha mostrado que no es su propósito ser simplemente un Francisco dos, aunque sí, por la delicada, cortés y sincera referencia a su antecesor que hizo en su primer discurso, desde el balcón, para saludar a las gentes que esperaban saber quién era el de la fumata blanca, dijo: “todavía conservamos en nuestros oídos esa voz débil, pero siempre valiente, del papa Francisco que bendecía a Roma”… Permítanme dar continuidad a esa misma bendición: que Dios los quiere mucho, Dios ama a todos y el mal no prevalecerá. Estamos todos en las manos de Dios”.
Esperemos que este nuevo Papa, de nombre ahora León XIV, venga también con valentía y profundo ardor misionero, y afronte con coraje y valentía los nuevos retos de la Iglesia que parece tener, meridianamente claros en su cabeza.