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En educación sexual, guíe desde la fe en la era digital

En educación sexual, guíe desde la fe en la era digital

Niñez y juventud enfrentan desafíos crecientes ante mensajes confusos que distorsionan valores fundamentales sobre afectividad, respeto y verdad.

 

Por Frank Suárez/@franksosterapias

En un mundo cada vez más globalizado y digitalizado, la educación sexual ha estado parcialmente en el olvido. La accesibilidad al contenido informativo distorsionado, es lo que dirige hoy el rumbo de la formación en pseudovalores de niños, adolescentes y jóvenes. 

 Para nadie es un secreto que los chicos cuentan con un peligroso y desmedido acercamiento a contenidos tergiversados en relación con la visión de la sexualidad en sus vidas y de cómo practicarla. 

 Hace décadas, algunos padres se preparaban para poder abordar este tema con sus hijos, hoy en cambio, se preparan para bloquear dispositivos, filtrar páginas webs inadecuadas, suspender uso de celulares al dormir o racionar las horas de uso de los dispositivos digitales.

 Desde la perspectiva cristiana, la educación sexual integral se ha convertido en una lucha contracorriente, ya que no solo implica transmitir información sobre el cuerpo humano y las relaciones, sino también promover valores y principios que guíen a los jóvenes hacia una vida de amor, respeto y responsabilidad, en sintonía con la dignidad que cada persona posee por ser creada a imagen y semejanza de Dios.

 

Sexualidad con visión cristiana

Su responsabilidad como padre es conversar sobre sexualidad en casa con sus hijos.

La enseñanza cristiana reconoce la sexualidad como un don divino que debe vivirse en el contexto del amor auténtico y el compromiso. 

 En las sagradas escrituras, específicamente en Génesis 2:24, nos dice: “por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y ambos son una sola carne”. 

 Esta unión conyugal es vista como un acto sagrado que expresa el amor total y desinteresado, reflejo del amor de Dios por la humanidad.

 Hoy en día, la sociedad suele restarle importancia al matrimonio y promueve una idea del amor basada solo en el placer y la pasión, dejando de lado el verdadero amor que implica entrega, compromiso y generosidad. Esto va en contra del sentido profundo del matrimonio.

 

Formación en valores  

 La educación sexual integral desde la fe cristiana debe ir más allá de la simple anatomía o fisiología. Es fundamental inculcar valores como la pureza, la fidelidad, el autocontrol y la misericordia, axiomas que hoy hacen ruido y obstinan al enfoque sexual permisivo. 

 La visión de una sana educación sexual cristiana debe partir del reconocimiento de la dignidad inherente a cada persona, promoviendo relaciones basadas en el respeto mutuo y la responsabilidad moral.

 

El papel de la familia y la comunidad

 La Iglesia, la escuela y la familia tienen un papel primordial en la formación de los niños y jóvenes. La educación en sexualidad desde la perspectiva cristiana debe ser un proceso continuo y abierto, donde los adolescentes puedan expresar sus dudas y temores, y recibir orientación basada en la enseñanza del Evangelio. 

Los jóvenes necesitan referentes que los acompañen en su desarrollo. Por eso, nada forma mejor que crecer en un hogar donde el matrimonio se viva con fidelidad, respeto, admiración mutua, diálogo, y una sexualidad centrada en el amor exclusivo, el respeto corporal y la apertura a la vida.