La oración del Padrenuestro es, para el creyente, un modelo de conexión con Dios que expresa adoración, sumisión a su voluntad, dependencia de su provisión, y su divina protección para sus hijos.
Por Miguel Ángel Ciaurriz OAR
En mi parroquia, que en estos días andamos de primeras comuniones, tanto para ultimar la preparación de los pequeños como de sus padres, hemos tocado el tema del Padrenuestro, que dicen es el “Salmo de Jesús”, el modelo de oración que Él nos propone. Y podríamos decir también, y con toda propiedad, que es la “oración de la misericordia”.
Obras de piedad
Esta oración la recogen tanto Mateo, como el evangelista Lucas. Mateo coloca la escena en el marco del Sermón del Monte, en esa parte en la que Jesús enseña a sus discípulos la manera correcta de aplicar las que eran las tres principales obras de piedad para los judíos: la limosna, el ayuno y la oración.
Es que a los judíos, que eran muy rezadores, les pasaba como nos pasa a nosotros muy frecuentemente, que repetimos y repetimos las oraciones que aprendimos cuando niños, pero que, a fuerza de repetirlas una y otra vez, ya no mantenemos la atención en lo que decimos. Mientras repetimos las palabras, nuestra mente viaja por otros mundos y no entramos en comunicación con Dios. Y hablando de todo esto, decía a los padres que Jesús nos enseñó esta oración para ayudarnos a superar esta dificultad que tenemos. Nos dice: “cuando ustedes recen, no sean charlatanes como los paganos, que piensan que por mucho hablar serán escuchados” (Mt 6,7).
Padre Nuestro
Lucas, por su parte, pone en otro contexto este modelo de oración de Jesús. Atraídos los discípulos por su forma de rezar, le piden que les enseñe a orar “como Juan enseñó a sus discípulos” (Lc 11,1).
En ambos casos, la oración es la misma y recoge lo que debemos decir a Dios cuando entramos en comunicación con Él.
El Padrenuestro _se recalcó a los padres para que en familia recen esta plegaria_ es también una catequesis en la que el Maestro nos ayuda a identificar bien lo que, en esencia, debemos decir o debemos sentir cuando entramos en contacto con Dios.
Siete peticiones
Jesús resume toda su enseñanza en siete preces dirigidas al Padre.
En estas siete peticiones, señalan los expertos en Sagrada Escritura, retoma las promesas del Antiguo Testamento. En las tres primeras peticiones expresamos la necesidad que tenemos de recomponer nuestra relación con Dios Padre, el Abba compasivo y misericordioso, lleno de ternura, que nos ama tanto que siempre está dispuesto al perdón. Recomponer nuestra relación con Dios pasa por reconocerlo como Padre, como Padre de todos. Nosotros debemos aceptar que somos sus hijos y santificar su nombre con nuestra conducta en la vida de cada día, haciendo su voluntad para que, de esa manera, su Reino, su nueva Creación, se haga realidad plena un día.
Relación fraterna
En las cuatro restantes, pedimos a Dios que nos ayude a restablecer la relación fraterna con los demás. Pan, perdón, victoria y libertad, son las cuatro cosas necesarias para transformar las estructuras de la comunidad y de la sociedad para que todos los hijos e hijas de Dios vivan con igual dignidad.
La petición de que no nos falte el pan recuerda la experiencia del maná en el desierto, cuando Dios alimentó a su pueblo.
Jesús es el nuevo maná que alimenta la vida de la comunidad. Cuando pedimos el pan de cada día, lo que en realidad pedimos es que todos tengan la oportunidad de tener un trabajo con el que se pueda atender las necesidades personales y familiares.
El perdón de ofensas
San Agustín lo dice con estas palabras: “Quien dice: no me des pobreza ni riqueza, ¿qué otra cosa dice sino: el pan nuestro de cada día dánoslo hoy”.
Para recomponer nuestras relaciones fraternas es preciso el perdón, perdón de ofensas y deudas. Es preciso también mantenernos firmes en el momento de la tentación cuando el adversario de Dios nos quiere sacar del camino. Como Jesús en el desierto, también nosotros podemos vencerlo. Por eso le pedimos que nos libere del Maligno. Realmente la del Padrenuestro es la oración perfecta.
Ojalá pongamos empeño en rezar con sentido la oración del Padrenuestro.
