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Ambiente de amistad, reflexión y comunión al compartir la fe

Ambiente de amistad, reflexión y comunión al compartir la fe

Una experiencia transformadora que inspiró, educó y fortaleció la comunidad de fe en todo el país. Tres días de espiritualidad y aprendizajes intensos en el ENA 2024.

 

Por Karla Díaz

La Comunidad Paulina de Expansión reunió a cientos de personas de diversos rincones del país, que han participado  de los programas familiares Escoge, Encuentro de Jóvenes en el Espíritu (EJE), Encuentro de Preadolescentes en el Espíritu (EPRE), Encuentro de Niños en el espíritu (ENE) y Jornada de Padres para el XIV Encuentro Nacional (ENA), bajo el lema “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.

Más que un encuentro anual, fue un momento de comunión  para inspirarse a través de actividades educativas, culturales y religiosas.

Desde la llegada de los participantes, el ambiente estuvo cargado de entusiasmo; comenzaron con animaciones que inyectaron de energía a todos los presentes. Las palabras de bienvenida motivaron a todos  a aprovechar esta oportunidad para crecer y aprender como comunidad de fe.

Tanto las celebraciones eucarísticas, el rezo del Santo Rosario, como la Hora Santa fueron momentos de profunda espiritualidad, proporcionando espacios de introspección y conexión que dejaron una huella duradera en los corazones de todos los presentes.

Adoración al Santísimo.

Kevin Salazar, del  movimiento EJE de la parroquia Santa María del Camino, destacó que esta es la primera vez que asistió y no se arrepiente de nada, pues fue una experiencia única. “Me permitió encontrar tantas personas con las que compartí emociones buenas, y viví el ENA. Además, me deja claro cómo Dios manifiesta su amor a través de los jóvenes y con la misma pasión llevan los diferentes programas. El Encuentro Nacional  me hizo saber cuál es el camino que debo seguir, que es Cristo”, dijo. 

Estos momentos de recogimiento permitieron a los participantes encontrar paz y fortalecer su relación con Dios. Quienes asistieron pudieron disfrutar de una serie de charlas y talleres, donde se abordaron temas como “Yo soy el camino” y “Yo soy la verdad y la vida”, dirigidos por el Pbro. Juan Sandoval y el predicador internacional John Carlos Alcendra.

Estas sesiones invitaron a los participantes a reflexionar sobre su propia jornada espiritual y personal, fomentando un ambiente de apertura y confianza.

“Fue una Jornada tan dinámica, llena de hermandad y cariño. Lo viví junto a mis dos nietas y seguro que la semilla de amor del Espíritu Santo selló nuestra fe. Nuestra juventud está llena de energía para seguir la labor de evangelización católica”, manifestó  Yariela Julio de Aguilar, parte del grupo Escoge del Templo Santa Cruz.

 

Amigos y hermanos en Cristo

El aspecto social también fue un componente clave. Los talleres no sólo ofrecieron conocimientos valiosos, sino que también facilitaron la formación de nuevas amistades.

Los presentes se unieron en actividades que iban desde debates y dinámicas de grupo hasta expresiones artísticas y deportivas, lo que ayudó a crear un fuerte sentido de comunidad y pertenencia.

Una de las actividades más esperadas fue la Neon Party, una celebración que combinó música, baile y un ambiente festivo lleno de colores. Este evento nocturno permitió a los participantes relajarse y disfrutar después de días intensos de aprendizaje y reflexión. La alegría y entusiasmo de la fiesta reflejaron el espíritu vibrante que cada año ofrece este encuentro.

 

Renovaron su compromiso de fe

El encuentro concluyó con una Eucaristía de clausura presidida por el Pbro. Higinio Rodríguez y una emotiva ceremonia de despedida.

“Fue una experiencia maravillosa, ya que en los tres días pude conectar más con Jesús en la misa, en la oración y en la Hora Santa. Lo que más me gustó fueron los talleres porque pude compartir con jóvenes de otras sedes”, destacó Michell, del movimiento EJE Transfiguración del Señor.

El Encuentro Nacional fue una experiencia transformadora que inspiró, educó y fortaleció la comunidad de fe en todo el país. No solo dejó huella en los corazones de quienes participaron, sino que también reafirmó el poder de la unidad y la celebración compartida de la fe como pilares fundamentales en la vida espiritual de cada individuo.