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El corazón que guarda la memoria histórica del país

El corazón que guarda la memoria histórica del país

Sobre religión, las personas buscan libros de cantos, historia de la Iglesia, la vida de los santos y el Catecismo Católico.

 

Por Karla Díaz

A lo interno del Parque Recreativo Omar, se levanta un imponente edificio de cuatro pisos que guarda en su interior la memoria bibliográfica nacional, datos  históricos y la fuente de información más completa de Panamá. 

Se trata de la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero R., un lugar en donde no solo se conservan libros, sino que se protege la memoria colectiva. 

Desde los periódicos del siglo XIX hasta discos de vinilo con la música de los combos nacionales, cada sala es un universo de información, de la vida cultural, social y política de Panamá.

 

Distintas secciones e información por doquier 

“La Sala Panameña es la razón de ser de esta biblioteca”, afirma Aura Sánchez, quien atiende en esta sección que alberga obras de autores panameños y textos sobre Panamá, desde literatura hasta informes de gobierno, pasando por documentos religiosos e históricos. 

Textos que cuentan la historia de la Iglesia panameña.

También cuentan con una hemeroteca única en la región, de hecho, es la primera en Latinoamérica. “Aquí tenemos periódicos desde 1821, más de 600 títulos, y 1,800 revistas. También digitalizamos publicaciones para que no se pierdan, usando cajas libres de ácido y tecnología especializada”, señala Fátima Ávila, jefa de esta sección. 

Esto, agrega, es un esfuerzo para poder preservar  este legado  de información, que puede verse afectado por la manipulación de quienes vienen a investigar y realizar trabajos.  

A pesar de que el mundo se mueve en lo digital, la Biblioteca Nacional ha adquirido bases de datos con acceso a más de 50 periódicos latinoamericanos, incluido La Estrella de Panamá, que son  consultables en formatos JPG y PDF por quienes tengan a mano su carnet.  

 

Una memoria que se escucha y se ve

En el Centro Audiovisual se proyectan interesantes documentales.

En el Centro Audiovisual, coordinado por Mario García Hudson, se ve y se escucha la historia del país. Fundado en 2005, este espacio digitaliza archivos sonoros y visuales; discos de vinilo, casetes y registros fílmicos, que cobran nueva vida en esta sección de la biblioteca. 

“Aquí preservamos la memoria cultural. Tenemos archivos de salsa, del folclore, y de cómo ha evolucionado la cultura panameña”, destaca. 

Recorriendo el edificio, llegamos a la sala de Referencias, donde nos recibe Félix Filós, quien detalla que aquí reposan enciclopedias, diccionarios y biografías de panameños ilustres.

Luego llegamos a la sala extranjera, a cargo de Carlos Gaitán, donde se ofrece literatura internacional, libros de autoayuda, psicología, ciencia, negocios, y más. 

“Aquí los lectores tienen acceso directo a los estantes, y si cuentan con carnet, pueden llevarse libros a casa”, informa. 

 

Puedes visitarla de lunes a sábado, de 8:00 a.m. a 5:00 p.m.

 

Semillero de lectores

También hay un espacio para los más pequeños, con actividades culturales, círculos de narración oral y visitas escolares.  “El área infantil impulsa, desde temprano, el amor por los libros; aquí crean el hábito a través de los cuentos, historias y, por supuesto, su imaginación”, dice Anayansi Barrantes, encargada de esta área y del bibliobús.

 

Donde nace el libro panameño

Detrás de cada publicación legalmente reconocida, hay un proceso esencial: el ISBN (International Standar Book Number).  Anayansi Arosemena, encargada de esta agencia, explica que se trata de la “cédula del libro”, que sirve  para comercializarlo  y que aparezca en los catálogos a escala internacional.

Sin duda, la Biblioteca Nacional no es solo un lugar para consultar información, es un faro de identidad, lo que somos y hemos sido como nación.