Como una sola familia, migrantes de distintas nacionalidades y fieles de Parque Lefevre, acompañaron al arzobispo de Panamá en la apertura del Hogar Luisa como Centro Jubilar.
Por Marianne Colmenárez
Ellos no son una categoría social más, son rostros, nombres, historias, lágrimas y sueños. En cada uno late el mismo Dios que se hizo migrante por nosotros”, expresó monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá, durante la homilía en la apertura del Centro Jubilar del Hogar Luisa, obra de acompañamiento integral a refugiados y migrantes.
Para el arzobispo, no hay auténtico Jubileo de la Esperanza si no se abre el corazón a los hombres y mujeres que caminan por el mundo en busca de dignidad.
Esta jornada, celebrada domingo 17 de agosto, inició con la congregación frente al albergue, donde monseñor Ulloa presidió la liturgia de apertura de la Puerta Jubilar y bendijo la obra.
Posteriormente, los participantes peregrinaron hasta la parroquia San Juan Bautista de la Salle y Santa Mónica para la celebración eucarística, en la que concelebraron los misioneros scalabrinianos y el párroco, Fray Juan José Zaro.
Las parroquias o movimientos que deseen peregrinar al Hogar Luisa deben coordinar su visita a través del teléfono 203-7600.
En su mensaje, monseñor Ulloa subrayó que hablar de migración en Panamá no es teoría, sino una realidad que toca el corazón de la Iglesia y de la sociedad.
Recordó que el istmo siempre ha sido tierra de encuentro y tránsito, un puente de pueblos y culturas. “Este Jubileo nos llama a abrir las puertas a quienes, muchas veces, encuentran cerradas las de los gobiernos, las de la sociedad y, dolorosamente, hasta las de la Iglesia”.

Jorge Ayala, secretario ejecutivo de la Pastoral de Movilidad Humana y director del Hogar Luisa, destacó que con esta apertura se ha inaugurado una puerta que no solo pertenece al albergue, sino también al corazón de quienes sueñan con un nuevo comienzo.
La designación del Hogar Luisa como Centro Jubilar representa el reconocimiento de la dignidad de los migrantes y transmite un mensaje de acogida hacia quienes buscan refugio y una nueva oportunidad de vida.
“Para los peregrinos, la visita a este espacio se convierte en ocasión de reflexión sobre la compasión, la justicia y la responsabilidad cristiana frente a los más vulnerables”, dijo Ayala.
Cabe destacar que las condiciones necesarias para ganar la indulgencia plenaria son estar en estado de gracia, haber recibido el sacramento de la reconciliación, comulgar, rezar por el Papa y realizar una obra de caridad.
La jornada terminó con un encuentro fraterno en el que los migrantes y refugiados, junto a colaboradores de la obra, misioneros scalabrinianos y el arzobispo de Panamá, compartieron un desayuno en un ambiente de cercanía y esperanza.
