Recuperar el vínculo en casa, exige decisiones conscientes frente a distracciones digitales que consumen nuestra atención y presencia.
Por Frank Suárez / @franksosterapias
En la actualidad, las pantallas han conquistado buena parte de nuestras rutinas. Teléfonos, tablets, televisores y computadoras nos acompañan desde que despertamos hasta que cerramos los ojos por la noche.
Resulta difícil desvincularnos de estas, pues su habituación excesiva puede desencadenar fácilmente una adicción, aunque haya iniciado como una práctica silenciosa e inofensiva.
Lo que comenzó como una herramienta útil, muchas veces termina adueñándose del tiempo y el espacio que antes pertenecía a la convivencia familiar.
Es cierto que la tecnología nos ofrece ventajas indiscutibles. Nos conecta, informa y entretiene. Sin embargo, su uso excesivo nos distancia de quienes tenemos más cerca.
Preguntémonos, ¿cuántas veces preferimos atender una notificación antes que una conversación?, ¿cuántas veces pasamos por alto una necesidad de nuestros hijos por estar atrapados en la pantalla?

Buscar tiempo y protegerlo
Hoy, el tiempo compartido en familia no ocurre por casualidad. Coordinar horas para compartir en casa, se vuelve un desafío cuesta arriba; cada miembro atiende sus urgencias, sin priorizar el tiempo en familia y, en caso de estar en casa, resultan hechizados por las pantallas que atrapan su atención o disponibilidad.
Que prevalezca el don de la sabiduría para equilibrar el uso de las pantallas, la oración y tiempo para compartir afecto.
Tengamos claro que el tiempo en el hogar es un espacio sagrado donde se transmiten valores, se comparte alegría y se fortalece la fe. La Palabra de Dios nos invita a valorar la presencia y el amor compartido en familia, y a cuidar de nuestro bienestar integral.
El apóstol Pablo nos recuerda en Efesios 5:15-16: “Mirad, pues, con diligencia, cómo andéis, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”.
Este versículo nos exhorta a administrar sabiamente nuestro tiempo, priorizando lo que edifica y fortaleciendo nuestros lazos familiares, en lugar de estar expuestos al “scrolling” o desplazamiento perenne de una pantalla.
En Deuteronomio 6:6-7, Dios nos instruye diciendo: “graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte”.
La invitación es a que, en medio de la tecnología y de la exposición desmedida a las pantallas, no olvidemos dedicar tiempo a Dios y a quienes nos rodean en casa. Eso fortalecerá nuestra fe y nuestro bienestar emocional, de manera individual y colectiva.
Recordemos lo que dijo el papa Francisco en abril de 2025: “si pasamos más tiempo con el móvil que con la gente, algo no funciona”.
Francisco abogó por poner la tecnología al servicio de todas las personas, especialmente de las más débiles, y del cuidado de la tierra. Definitivamente que la tecnología puede ser una herramienta útil si la usamos con moderación y sabiduría, estableciendo límites claros para todos.