La moda también puede ser una forma de resistencia, y el arte con nuestras raíces, una manera poderosa de seguir contando quiénes somos.
Por Karla Díaz
La cultura panameña es un mosaico de tradiciones, sabores, colores y ritmos profundamente marcados por la herencia afrodescendiente. En medio de ese legado vibrante, emergen voces creativas que no solo celebran su negritud, sino que la convierten en arte, identidad y motor de cambio.
Tal es el caso de Christhelene Mapp y Ana Villar, dos mujeres panameñas que han transformado sus vivencias en emprendimientos que visten, honran y educan.
Moda que empodera y cuenta historias
Cuando Christhelene Mapp fundó Nala Makeda en 2017, no solo estaba dando vida a una marca de ropa, estaba iniciando un movimiento de visibilidad y orgullo afro.
Tras enfrentar un episodio de racismo al intentar ingresar a un banco usando un turbante, Christhelene decidió convertir esa experiencia en una plataforma de empoderamiento colectivo. Hoy, Nala Makeda es una marca afropanameña reconocida por sus prendas y accesorios inspirados en estampados, colores y símbolos africanos, que rescatan la herencia cultural de la diáspora con elegancia y propósito.

“Nala Makeda es identidad, es memoria, es resistencia; no solo vendemos productos, conectamos emociones”, señala su fundadora. Además de ropa, la marca ofrece talleres culturales, desfiles y espacios de diálogo donde se reivindica la belleza afro y se comparte el conocimiento ancestral que ha sido históricamente invisibilizado.
Desde su tienda en Río Abajo, su página web (www.nalamakedapty.com) y las redes sociales, Nala Makeda se ha convertido en un símbolo para muchas mujeres, niñas y jóvenes que buscan reconocerse y representarse con dignidad.
“Tu piel es resistencia, tu cabello es historia viva, tu existencia es un acto de amor y rebeldía… Tu negritud es luz. Y el mundo necesita esa luz”, es el mensaje de Nala Makeda para todas las mujeres afrodescendientes.
Manitas creativas, tradición y arte
Con más de 17 años de experiencia en confección y manualidades, Ana Villar es una artesana nata y apasionada, cuya obra refleja el alma de una cultura rica en matices. Formada en el Instituto Nacional de Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano (INADEH) y en la Pastoral Social Cáritas de la Arquidiócesis de Panamá, nunca ha dejado de capacitarse, movida por la necesidad de crear, aprender y empoderar a otras mujeres desde lo artesanal.
Desde su taller confecciona vestuarios, accesorios, sombreros, tembleques, turbantes y cuellos, todos inspirados en los elementos culturales afro que han enriquecido profundamente la identidad panameña. Para Ana, la creatividad es una forma de narrar la historia, y cada pieza es una declaración de amor a la herencia africana que vive en nuestros colores, en la gastronomía, en la música y, por supuesto, en la moda.
“Los turbantes y los cuellos no son solo adornos, son símbolos culturales. Nos conectan con nuestra raíz y hablan de una historia que merece ser contada con orgullo”, afirma Villar.
Ambas emprendedoras nos recuerdan que la cultura no es algo estático, sino una construcción viva que se teje con memoria, lucha y belleza.
En un país como Panamá, donde la influencia afrodescendiente es columna vertebral de nuestra identidad, proyectos como los de Christhelene Mapp y Ana Villar son esenciales: no solo visten cuerpos, también sanan heridas, educan corazones y siembran conciencia.