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Sembradores de esperanza iluminan la misión catequética en Panamá

Sembradores de esperanza iluminan la misión catequética en Panamá

Testimonios de experiencia y juventud muestran cómo la catequesis transforma corazones y fortalece comunidades en el camino de fe. 

Por Marianne Colmenárez

En Panamá, el Día del Catequista se celebra cada tercer domingo de septiembre desde 1998, gracias a la decisión de la Conferencia Episcopal Panameña. Esta fecha se convierte en un momento de gratitud hacia quienes, con generosidad, transmiten la fe y acompañan a niños, jóvenes y adultos en su crecimiento espiritual.  

Este año, la celebración adquirió un matiz especial, pues los catequistas vivieron su Jubileo, una ocasión que resaltó la misión de estos hombres y mujeres que, como verdaderos discípulos misioneros, animan a toda la Iglesia a vivir en esperanza y servicio.

 

Experiencia fecunda

Sara de Newman, de 77 años, dedicó tres décadas de su vida a la catequesis de Primera Comunión en la parroquia San Juan Bautista de La Salle y Santa Mónica, en Parque Lefevre. Actualmente, aunque ya no acompaña a los niños en los salones parroquiales, continúa activa en la preparación de padres y padrinos para el bautismo. 

“Yo guardo muy buenos recuerdos de esa época, fueron muchísimos los niños que pasaron por mis manos y sé que varios de ellos también me recuerdan”, expresó con emoción.

Su ingreso a la catequesis estuvo impulsado por la Comisión Nacional de Animación Misionera (CONAM). “En 1990, el padre Juan José Zaro, nuestro actual párroco, me dijo que me había visto actuar, que era buena dando temas, y directamente me preguntó: ¿por qué no te quedas?, necesitamos catequistas. Desde entonces no he dejado de servir”, explicó.

Compartió que el apoyo de su esposo, ya fallecido, fue fundamental. “A pesar de su enfermedad, me acompañaba. Cuando quería decir algo, me hacía una seña y yo lo dejaba hablar. Lo importante no era que se hiciera catequista, sino que me apoyara en esta misión. Él solo dio catequesis de bautismo”, destacó. 

 

Sara afirmó que la fidelidad en la misión de ser catequista se sostiene en tres pilares.

 

El primero es la intimidad con Dios, vivida a través de la oración que transformó su vida. Recuerda que en su niñez creció en El Chorrillo, donde aprendió a sobrevivir con carácter fuerte, pero la oración la llevó a cambiar y dejar atrás su carácter peleón.

 El segundo pilar ha sido tratar de ser luz en el hogar, convencida de que el testimonio comienza en la propia familia y se refleja en otros ambientes. El tercero es la caridad, entendida como disponibilidad para servir aun cuando existan limitaciones.

Sara está convencida de que, junto a estos fundamentos, la formación permanente es esencial.  “Yo les diría a mis hermanos catequistas que estudien, porque no pueden hablar a los niños de algo que en realidad no conocen. También deben vivir con su vida lo que están diciendo de su boca”, reiteró.

 

El catequista debe estar dispuesto a crecer en su vida de fe para responder a su vocación.

 

Juventud creativa

Ángela María Rodríguez es psicóloga y catequista en el Santuario Nacional del Corazón de María. Desde niña acompañó a sus padres en la catequesis, pero fue en 2018 cuando asumió plenamente esta misión.  “Al principio lo dudé, pensé que no podía hacerlo, pero luego entendí que sí podía servir”, recordó.

Con los jóvenes de confirmación, Ángela se fue de misión a Darién.

Desde entonces, Ángela ha trabajado con entusiasmo en la catequesis de confirmación, uniendo su vocación con su profesión. “Desde la catequesis se puede ayudar y acompañar mucho más de lo que se imagina. En una ocasión, observé que un chico tenía actitudes extrañas y logré detectar que había un caso de adicción; pudimos orientar a la familia, que desconocía la situación, expresó.

En 2019 fue elegida coordinadora, un reto que asumió con responsabilidad. “En pandemia nunca paramos las catequesis, todo era por Zoom; aunque estábamos distanciados y en incertidumbre, fue una etapa muy bonita”.

Ángela se caracteriza por su creatividad y cercanía. “Yo creo que, para llamar la atención de los adolescentes y jóvenes, la clave es regresar a lo básico. Voy con cartulinas, papel manila, colores y hacemos actividades manuales. La semana pasada pintamos suéteres con las manos. Eso también es evangelizar con alegría”, dijo entre risas.

Además de servir en el Santuario, participa en la Comisión Arquidiocesana de Catequesis, apoyó en la producción del programa de televisión, transmitido por FETV, que preparó a los catequistas para el jubileo.