Hogar Luisa se adapta a nuevas realidades

Hogar Luisa se adapta a nuevas realidades

Marianne Colmenárez

Lo vivido por la pandemia ha hecho más consciente al equipo colaborador del Hogar Luisa, albergue para migrantes y refugiados de la Arquidiócesis de Panamá; para ellos ha sido primordial adaptarse y dar respuestas efectivas en este momento de emergencia.

Decididos buscan evolucionar de albergue a un Centro de Atención Integral, que trabaje con procesos y metodologías establecidas.

Jorge Ayala, director de la Pastoral de Movilidad Humana y del Hogar Luisa, explica que antes de que las medidas de restricción de movilidad fueran decretadas, los usuarios del albergue salían diariamente a buscar posibilidades de empleo.

“Trataban de encontrar en el mercado informal, en el servicio doméstico o donde fuera, que se le diera la oportunidad de generar algunos ingresos”, detalló

Era poco el tiempo que permanecían en el albergue y ese tiempo era distribuido en comunicarse con sus familiares por internet, realizar los quehaceres del hogar, asistir a las entrevistas con la trabajadora social y en los talleres semanales que la misma dirigía.

Las usuarias motivadas a aprender un nuevo oficio.

Un panorama diferente

Ayala manifiesta que, por la cuarentena, los usuarios no pueden salir a buscar trabajo porque simplemente no hay oferta disponible, y a su vez evitan un brote en las demás personas albergadas, hay niños y adultos mayores.

Destaca que estas personas permanecen las 24 horas del día en el albergue, con la incertidumbre de no saber hasta cuándo durarán estas medidas, cuándo se abrirán todas las actividades productivas o las condiciones en que quedará la economía en ese momento.

Vale destacar que, tanto el migrante en situación irregular como el solicitante del reconocimiento de la condición de refugiado en Panamá, no cuentan con permisos de trabajo para ingresar formalmente al mercado laboral.

Gracias a los aportes de benefactores han podido solventar las necesidades básicas del albergue.

El Hogar Luisa no sólo se ha visto impactado en temas presupuestarios, pues debió asumir los costos de alimentación, aseo personal, cobertura médica, entre otras necesidades para las cuales no tenían presupuesto.

También han tenido que buscar apoyo en una profesional del área, quien de manera voluntaria les ayuda en el manejo de la ansiedad, estrés, depresión; emociones generadas por el alargamiento de la cuarentena y la incertidumbre del futuro cercano.

“Diariamente tenemos situaciones en las que se refleja afectación de la salud mental, vemos la apatía, el enojo fácil, la intolerancia, la poca colaboración que ofrecen quienes se ven más contrariados”, asegura Vidalina Santos, trabajadora social del Hogar.

Más de mil familias migrantes y refugiadas han recibido ayuda alimentaria.

En búsqueda de soluciones

Ante esta situación tan compleja, el equipo de colaboradores se preguntó si la terapia ocupacional tenía algo que aportar.

Santos aclara que actualmente la obra no tiene presupuesto para la contratación de un especialista en el área, sin embargo han organizado algunas actividades que generan interés, elevan la autoestima y brindan herramientas para fortalecer la capacidad de resiliencia de la población interna.

“Defiendo la idea de capacitar a las personas que viven en situación de desventaja social, para que descubran la confianza en sí mismas y trabajen juntas para cambiar al menos su entorno y por qué no decir el mundo”, reiteró.

Entre las actividades realizadas, invitaron a dos estilistas extranjeros que se encargaron de embellecer a las usuarias, hicieron cortes de cabello, alisados y limpieza de cejas.

Los viernes reciben de manera virtual entrenamiento deportivo gracias Edil y Etzel Espinoza, un matrimonio panameño que donan su tiempo y conocimientos como deportistas. 

Las mujeres iniciaron un curso de manicure y pedicure. También el equipo está buscando un barbero que, de manera voluntaria, pueda enseñar a los chicos a realizar este oficio, con el que puedan generar en un futuro cercano ingresos y un trabajo digno.

Idearon un bazar para la población interna del Hogar.

Convirtiendo intenciones en acciones

Marianne Colmenárez. Gracias al financiamiento de la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, los colaboradores del Hogar Luisa son capacitados por medio de actividades formativas, enfocadas en la gestión del tiempo y manejo del estrés, la comunicación y el trabajo en equipo. 

“Esta formación les empoderará en el manejo de una metodología que les permitirá delimitar y gestionar procesos claves que atienden, por medio de charlas y talleres”, afirmó Félix Arcila, consultor especialista en el área de capital humano. 

Arcila manifiesta que el trabajo que han realizado los colaboradores del Hogar Luisa, y de su extensión en Cáritas Panamá, ha sido arduo y agotador durante la pandemia. “Son pocas personas para todo el trabajo que realizan, por eso se hace necesario que aprendan a administrar el tiempo, establecer prioridades vs urgencias, cómo manejar el estrés en momentos de crisis, entre otros aspectos significativos”, dijo. 

Cabe destacar que el programa de capacitación incluye, entre sus objetivos, atención a los usuarios del albergue. Se les orientará para que identifiquen sus fortalezas emocionales y laborales con las que pueden contar, al momento de volver a emprender sus proyectos de vida.