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Muéstranos tu rostro, Señor

Muéstranos tu rostro, Señor

Al compartir nuestros cinco panes y dos peces, seguimos construyendo el Reino de Dios en lo pequeño, humilde, sencillo y significativo.

Siguiendo con la campaña Pro-Valores del Comité Arquidiocesano de Oración, esta semana estamos invitados a vivir la experiencia de la SOLIDARIDAD, como una expresión de amor por Panamá. La solidaridad es una virtud que todos tenemos… es una palabra muy sencilla, que nos llama a ir más allá, de mirar al que tienes “al lado”, de mirar “desde el otro lado”, de poner nuestra “humanidad” en el lugar de otros, de descubrir en lo profundo de nuestro ser, esa fuerza que todos guardamos por dentro y que nos inspira a ser mejores personas, a despertar ese “corazón samaritano» que tenemos todos los panameños.

Dios nos hace experimentar su poder en estas acciones y llena nuestro corazón de amor, paz y alegría, al llamar a nuestra puerta, al llamar a nuestro corazón y abrírselo para que Él intercambiee regalos con nosotros (Apocalipsis 3:20).

Esos son los talentos, dones y carismas que poseemos, aquellos que nos habla el Evangelio de San Mateo 25, 14-30, y que ponemos al servicio de los demás y que San Pablo nos recuerda que son un tesoro que llevamos en vasijas de barro (2 Corintios 4, 7), para honrarle, servirle y agradecerle por ser un Padre tan bueno, misericordioso, generoso, que nos ama y no nos abandona en las tormentas de la vida que vivimos, y por los que tenemos que trabajar para que sean multiplicados, para “hacer milagros en otros”, al compartir nuestros cinco panes y dos peces (Juan 6, 1-15), para seguir construyendo el Reino de Dios en lo pequeño, humilde, sencillo y significativo.

La solidaridad es una virtud que todos tenemos.

“Hemos sido creados para amar y para ser amados.  Dios, que es Amor, nos ha creado para hacernos partícipes de su vida, para ser amados por Él y para amarlo, y para amar con Él a todas las demás personas.  Ese es el sueño de Dios para los hombres.  El amor a Dios y al prójimo es el principal mandamiento, como recordó Jesús, y que sin amor, no sirve de nada cumplir los mandamientos y hacer buenas obras”Papa Francisco.  Amar al extremo, sin condición, sin medidas, sin exclusión! La Cruz del Mesías es el signo que debemos mirar siempre, y el Papa como representante de Dios nos ha llamado a tener presente ese amor, difundiendo la cultura de solidaridad, la pandemia ha traído una gran soledad humana y otras necesidades para vivir, y en este mes de la Patria, estamos llamados a estar unidos en oración, resaltando los valores: Amor, Respeto, Tolerancia, Responsabilidad y Solidaridad, y responder a ese llamado poniendo en práctica el Evangelio de la Misericordia Mateo 25, 31-43, como lo hizo nuestra Madre Santa María La Antigua, que luego de haber aceptado el anuncio del Ángel Gabriel, y estar llena de las gracias del Espíritu Santo, se fue sin pensar, de prisa, a ayudar a su prima Santa Isabel que lo necesitaba, fue solidaria y se quedó con ella tres meses, respondió a los impulsos de su corazón, siempre reconociendo la voz de Dios.

PRÓJIMO. Un simple acto de bondad puede cambiar la vida de una persona para bien.

“Un simple acto de bondad puede cambiar la vida de una persona para bien”Una hermana de Emaús.  Durante estos nueve meses de pandemia, muchos se han preguntado “¿Qué querrá Dios que yo sea y que yo haga?, y la respuesta es sencilla:  Practicar la solidaridad y de muchas maneras.   Somos un país de fe y muy generoso, y sabemos que si todos nos unimos, nuestro Panamá y el resto del mundo saldrá adelante, porque quien tiene esperanza en Dios, verá cosas más grandes todavía (cfr. Juan 1, 50), porque el tiempo de Dios es perfecto, y porque los panameños somos “gente más que buena”, que cuando nos proponemos algo, nos unimos y no hay fronteras que nos separe para lograr ese bien común, en armonía y hermandad.

El amor a Dios y al prójimo es el principal mandamiento.

“Ser cristianos sin miedo, mancharse las manos y las ropas cuando se acercan al prójimo”Papa Francisco.  La solidaridad nos invita a abrir el corazón y contemplar el Evangelio de Jesús en la vida de otros hermanos, a mirarlos con amor, a ponerse en el lugar de ellos, a responder a sus necesidades sin esperar algo a cambio.

Jesús nos enseñó a amar a través de parábolas, gestos y acciones, y la solidaridad es una de ellas. En los últimos meses, Él nos ha regalado innumerables oportunidades para extender nuestra mano a hermanos que tenemos “al lado” para aliviar su sufrimiento, para ungir con su perfume de amor corazones que lloran, limpiando sus rostros con misericordia, lavando sus pies, secando sus lágrimas, siendo capillas ardientes en el Getsemaníí de sus oraciones; siendo cirineos para cargar sus dolores y tristezas; siendo el aceite de sus lámparas para no perder esa luz brillante que llega a cada rincón de su ser, siendo cirios para encender el fuego de confianza; siendo hombres y mujeres samaritanos y mercedarios “misericordiosos”; siendo cántaros para recibir y repartir el agua de la vida, comprometidos con aquellos hermanos que en estos momentos sufren la pasión y crucifixión de nuestro Señor, que están cansados, tristes, perdidos, sin oportunidades, sudan sangre, lloran, sus lágrimas son llamas de fuego que queman sus rostros sin identidad, se sienten humillados sin derechos, recibiendo latigazos que atentan contra su dignidad, con un corazón fracturado del dolor por tantos silencios que gritan sin ser escuchados, tratan de hablar y decir “te necesito, ya no puedo más”.

COMPARTIR. Nuestra misión es compartir el camino y acoger a las personas. TETEOLIVELLA©2010

Sufren en la cruz cada vez que se les atraviesa una lanza de indiferencia, sus alas han sido cortadas a falta de justicia y libertad. Ellos tratan de respirar esperanza, son gritos de “auxilio” que nos exigen mucho como hijos de Dios, es un llamado de atención a nuestro corazón,  la pasión de nuestro Señor nos invita a tener gestos de amor solidario y fraterno con el prójimo, de “ir corriendo” a dar apoyo, consuelo, alegría, esperanza, a través de nuestras oraciones y otras muchas acciones, siendo verdaderos íconos como lo fue Santa Verónica, que llevada por la compasión y misericordia al sufrimiento de Jesús y sin importar las consecuencias de su actuar, se acercó y limpió su rostro, desafió a la multitud para aliviar el dolor de nuestro Dios.

Nuestro desafío a la indiferencia debe ser “vencer todos esos obstáculos actuales que nos frenan para ver nuestra realidad, que nublan nuestra vista para ver siempre el rostro manso y humilde de Jesús en el rostro de nuestros hermanos necesitados”.

AYUDA. La solidaridad nos invita a abrir el corazón y contemplar el Evangelio en la vida de otros hermanos.
TETEOLIVELLA©2010

Reconocer a Jesús cuando nos llama por nuestro nombre, ser la voz en nombre de los que no tienen voz en estos momentos, contemplar su santo rostro y sus ojos de bondad que iluminan a los necesitados, y grabar en nuestro corazón su presencia en la cruz de los que sufren y lloran, debe ser nuestro mayor anhelo…, y aunque sea poco lo que podamos ofrecer, ccualquier ayuda que reciban nuestros hermanos necesitados, siempre será bienvenida, y lo más valioso de este accionar a los ojos de Jesús, es el corazón con la que lo ofrecemos…, servirle a nuestro prójimo con esa humildad que solo viene del amor de Dios, aquella que nos hace olvidarnos de nosotros para darle preferencia a los demás, es lo más bello que podemos experimentar y es lo que nos hará ganar el cielo. Nuestra misión es “compartir el camino y acoger a las personas”. “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” – Juan 15, 12-17.