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¡Que vuelvan a casa! los católicos divorciados que viven en una nueva unión

¡Que vuelvan a casa! los católicos divorciados que viven en una nueva unión

A través del Retiro Misericordia Conyugal, descubren lo maravilloso que es Dios, aprenden amar desde el perdón y reconocen la responsabilidad que tienen de educar a sus hijos en la fe.

 

Por Marianne Colmenárez

El duelo y la culpa se unen en el sentir de una persona católica o no, que pasa por un divorcio, separación o abandono. Ver la familia rota es una dolorosa prueba, sobre todo para quienes anhelaban mantenerse firmes en un matrimonio que duraría para toda la vida.

La herida ocasionada del divorcio es aún más profunda para esas personas que han crecido comprometidos con su fe. Se da una especie de quiebre en esa relación viva que mantenían con el Señor en la Santa Eucaristía.

Sentir que no merecía ni siquiera estar sentada en la misa, era uno de los tantos pensamientos que pasaban por la mente de Eileen Fuentes. Una joven profesional, católica comprometida, que luego de seis años de matrimonio y dos hijos, pasa por la triste experiencia del divorcio.

Cinco años después conoce a Félix Osorio gracias a una amiga que les presenta en el restaurante donde él laboraba. Luego de una etapa de noviazgo muy corta, deciden darse la oportunidad de construir una nueva familia, que crece y se fortalece teniendo a Dios en el centro de sus vidas.

 

La familia que han logrado construir juntos.

 

“Sentía mucha culpa y me alejé equivocadamente de la comunión. Duré mucho tiempo sola, sin pareja, no había obstáculo para participar en la Eucaristía y por desconocimiento me distancié”, afirmó Eileen, mientras servía con su nuevo marido en el último retiro organizado por el Movimiento Matrimonios en Victoria.

Comenta que fue traumático porque viene de una familia de valores, con matrimonios duraderos.

“El hecho de ser la primera en vivir un divorcio, causó un shock en todos, a pesar que desde un principio hubo un cúmulo de señales que indicaban que esta relación no iba por buen camino. Una de estas señales, era que mi exesposo vivía completamente alejado de la Iglesia, el sacramento lo vivió como un protocolo que yo exigí para poder vivir juntos”, dijo.

Félix por su parte, estuvo casado por 13 años solo por lo civil, tiene una hija fruto de ese matrimonio que aunque no viva con ellos, mantienen una sana relación con los hijos de Eileen, actualmente todos adolescentes.

 

 El Señor les bendijo hace tres años con la llegada de un nuevo hijo. Leonardo se ha convertido en la alegría de todos en la casa.   

 

Con lágrimas en sus ojos, Eileen manifiesta que en cada misa que asiste en familia, anhela profundamente el momento en el que podrá recibir el Cuerpo de Cristo. Actualmente está en la espera de la nulidad matrimonial, por parte del Tribunal Eclesiástico.

 

Una espiritualidad acorde con su situación

Estando sola, Eileen leyó un artículo en el que alguien en su misma situación hablaba de la posibilidad de reconciliarse con su fe, de reencontrarse con Cristo a través de una espiritualidad acorde a su situación.

Luego de volver a encontrar el amor en Félix, retomó la idea de volver a su Iglesia y es cuando se topa con un anuncio de Matrimonios en Victoria que invitaba a reuniones virtuales, en medio de la pandemia.

En esta experiencia nos hablaron del Retiro Misericordia Conyugal, organizado por el Ministerio DVC (Divorciados Vueltos a Casar-De Vuelta a Casa).

 

¿De qué trata el Retiro?

Sin entrar tanto en detalles, para no revelar lo que allí se vive, Carlos y Aminta Gorrichategui, directores nacionales del movimiento Matrimonios en Victoria, explican que Misericordia Conyugal es un retiro especial para aquellas parejas que por cualquier circunstancia se divorciaron, y luego decidieron rehacer sus vidas estableciendo una nueva relación.

“Tal como no los pide el papa Francisco, en su exhortación apostólica Amoris Laetitia, les recibimos sin juzgar, les hacemos sentir que son parte de una familia, que no están excluidos. Se les ofrece la oportunidad de servir en la Iglesia desde otras funciones que pueden realizar como laicos, a pesar de no estar sacramentados”, aseguró Aminta.

 

A los pies del Santísimo, Carlos y Aminta Gorrichategui piden por el éxito de los retiros.

 

Por su parte, Carlos destaca la parábola del Hijo Pródigo, para ser más explícito sobre lo que se vive en este retiro. “El hijo fue recibido con un abrazo de su padre misericordioso sólo cuando éste regresó a su hogar. Y esto es lo que nosotros hacemos como servidores, sin mirar su pasado les acogemos en la que siempre ha sido su casa”, aseguró.

Comparte que, en el momento de la comunión, mientras los participantes comulgan espiritualmente; las parejas que sí pueden comulgar les regalan un sentido abrazo. “Este gesto les hace sentir queridos, les duele una barbaridad no poder recibir el Cuerpo de Cristo”, dijo Carlos.

Señala que al final del retiro, es muy satisfactorio ver que la pareja logra conectarse nuevamente con la fe y con el perdón en su vida.

“No es fácil encontrar la pareja vuelta a casar que venga con deseos de vivir los retiros que organizamos; ese sentimiento de culpabilidad que tienen no les permite dar el paso, muchos nos manifiestan, yo no puedo o no tengo remedio, y es allí donde necesitamos apoyo de la Iglesia, laicos y sacerdotes para que transmitan el mensaje de que Dios desde su misericordia les espera”, reiteró Aminta Gorrichategui.