En el Mes de la Etnia Negra, líderes y expertos visibilizan las persistentes formas de racismo estructural que afectan a la población afrodescendiente.
Por Marianne Colmenárez
Panamá conmemora cada mes de mayo la herencia y resistencia de la población afrodescendiente. Sin embargo, para muchos afropanameños, este mes no es solo de celebración, sino también de reclamo.
Las cifras del último Censo Nacional de Población 2023 muestran un significativo avance en el autorreconocimiento étnico. De poco más de 4 millones de habitantes, el 31.7% de los panameños se identifica como afrodescendiente, un aumento que triplica el 9.2% registrado en 2010. Aun así, los desafíos siguen siendo profundos y estructurales.
Más visibles, pero no más incluidos

“El racismo en Panamá es sistémico y pervive en nuestras instituciones”, declaró con firmeza el profesor Alberto Barrow, director del Observatorio Panamá Afro.
“A 25 años de la reversión del Canal de Panamá, ni una sola mujer indígena ni afropanameña ha sido nombrada en la junta directiva de la Autoridad del Canal de Panamá. Eso es solo una muestra de muchas”, destacó.
Barrow expresó que mayo debe ser más que un símbolo. “Es un mes para celebrar la vida y la resistencia afrodescendiente, pero sobre todo para discutir con urgencia las políticas públicas que necesitamos en salud, educación, empleo y vivienda”, dijo.
Señaló que la pobreza tiene rostro afro e indígena, según lo evidencian los resultados del último censo de población.
Aunque Panamá suscribió en 2013 la Convención Interamericana Contra el Racismo, ésta aún no ha sido ratificada ni incorporada al marco legal nacional, lo que impide establecer una legislación que penalice el racismo y permita su desmantelamiento desde las instituciones.
“Esa sería una medida puntual, una legislación nacional que permita el desmontaje del racismo en los discursos y las acciones. Penalizar el racismo en el país sería uno de los caminos para eliminar este flagelo en lo sociedad panameña”, recalcó.
Discriminación con rostro de mujer
Desde la Secretaría Nacional de Políticas y Desarrollo para los Afropanameños (SENADAP), su directora, Krishna Camarena, también reconoció los retos que enfrenta esta población, en especial las mujeres.
“A las afropanameñas les cuesta mucho más acceder a créditos, a posiciones laborales con salarios justos, acorde a su preparación. Sus condiciones siguen siendo las más desfavorables. Es urgente hablar de inclusión desde esta perspectiva”, afirmó.
A pesar de estos desafíos, Camarena destacó algunos logros importantes. Uno de ellos es la Resolución 887 del Ministerio de Educación, que garantiza el derecho de estudiantes afrodescendientes a llevar su cabello natural en centros escolares públicos y privados, un gesto simbólico, pero poderoso en términos de identidad y autoestima.
También resalta la inclusión de preguntas de autodefinición étnica en los registros del Ministerio de Salud, lo que permite recolectar datos fundamentales para el diseño de políticas sanitarias más inclusivas.
No obstante, las cifras continúan reflejando desigualdad.
El censo de 2023 reveló que el 47.7% de las personas afrodescendientes no cuenta con cobertura social, lo que implica que más de seiscientas mil personas viven sin protección ante emergencias médicas o situaciones de vulnerabilidad económica.
En el plano institucional, Krishna Camarena interpreta la aprobación de la Ley 379, que le otorga autonomía a SENADAP, como un paso importante hacia la consolidación de una política afrodescendiente con mayor capacidad de gestión.
“Esta transformación ha permitido la creación del Plan Maestro de Desarrollo para la Población Afropanameña 2022-2030, una hoja de ruta que contempla diez objetivos estratégicos en áreas prioritarias como inclusión legal, salud, participación juvenil, desarrollo cultural y empoderamiento de las mujeres”, puntualizó.
La transformación que requiere el país va más allá del simbolismo y exige voluntad política, compromiso ciudadano y acciones concretas que garanticen un país verdaderamente inclusivo.