En la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, patrona de los privados de libertad, la Iglesia en Panamá destacó la labor de los sacerdotes mercedarios y de la Pastoral Penitenciaria, quienes acompañan a los internos y promueven su reinserción social.
Karla Díaz
La Iglesia Católica en Panamá celebró este 24 de septiembre la fiesta de Nuestra Señora de la Merced, patrona de los privados de libertad, con una solemne Eucaristía presidida por el arzobispo José Domingo Ulloa Mendieta.
En su homilía, Monseñor Ulloa resaltó que la devoción a la Virgen de la Merced está íntimamente unida a la obra mercedaria dentro de las cárceles, donde los sacerdotes y voluntarios de la Pastoral Penitenciaria son un rostro concreto de la misericordia de Dios.
“El acompañamiento de capellanes y voluntarios es signo de que, aunque una persona pierda la libertad, nunca pierde la dignidad que Dios le ha dado”, señaló el arzobispo.
La libertad también es espiritual
César Jiménez, privado que participa del programa Plan Libertad del Ministerio de Gobierno, expresó con emoción su gratitud hacia la oportunidad que se le ha brindado de cambiar su vida.
En sus palabras, reconoció el impacto del programa impulsado por el Gobierno y agradeció a la ministra por ejecutar una propuesta que, aunque en un inicio fue vista con escepticismo, hoy transforma vidas.
«Cometimos un error, pero un error no determina nuestro futuro», dijo Jiménez, al tiempo que hizo un llamado a ver a las personas privadas de libertad como seres humanos con anhelos y capacidades.
Reconoció además el dolor causado a las víctimas y familias, y destacó el papel de las madres, esposas e hijos que han permanecido a su lado. Jiménez también recordó que durante años se oró dentro de las cárceles por un cambio, por un enfoque diferente desde el gobierno.
«La libertad no consiste en lo secular, la libertad consiste en lo espiritual», concluyó, rindiendo homenaje a quienes hoy les están dando una segunda oportunidad.
