En nuestros días es muy importante considerar este aspecto de la evangelización que es el primer anuncio debido al poco compromiso que se tiene en la vida cristiana de que somos discípulos misioneros de Jesucristo desde el momento de nuestro bautismo.
El primer anuncio implicar llevar el mensaje a los que no lo conocen pero también a aquellos que se han alejado o son indiferentes. Aquí hay un gran reto. ¿Cómo atraerlos nuevamente? ¿Cómo hacer para resurja en ellos el entusiasmo de saberse amados y escogidos por Dios por el simple hecho de ser bautizados? Pero también tenemos que preguntarnos y reflexionar sobre ¿qué situación o circunstancias en sus vidas hicieron que se alejaran? Claro está que la vida de fe de la familia es importantísima pero también hay un factor que no puede pasar desapercibido: el testimonio personal y de la comunidad eclesial.
Como decía Pablo VI, el testimonio de vida es importante para que acompañe esa Palabra de Vida que atraiga a los demás y puedan encontrar en Jesucristo a aquel que es capaz de darle sentido a toda su existencia. Tenemos que hacer grandes esfuerzos como Iglesia para que formemos comunidades en que reine el amor y la unidad que atraigan a los demás.
Hay que respetar a la persona y su manera de percibir la realidad. No se puede adelantar procesos ni forzar la conversión de nadie. Somos llamados a sembrar la semilla del Evangelio en el corazón de cada persona y dejar que esa semilla crezca con la gracia de Dios. Es decir, que en el primer anuncio debemos propiciar ese encuentro con Jesucristo y dejar hacer a Dios su obra. Somos hombres y mujeres con libertad y en esa libertad decidimos si aceptamos o no el mensaje. El ejemplo lo tenemos en Jesucristo, algunos lo aceptaron y otros no, y uno lo traicionó. ¿Qué se espera de nosotros? ¿Ser más que el Maestro? Si tenemos en cuenta este aspecto de la libre voluntad del ser humano para decidir aceptar la persona de Jesucristo no nos desanimaremos y seguiremos sembrando esa semilla de su Palabra con paciencia, amor y tranquilidad.
Hay que propiciar espacios para que se logre ese primer anuncio y el encuentro con el Señor. Hay muchas formas de crear esos espacios pero lo importante es que en esos espacios haya un clima que transmita y proyecte la presencia de Dios.