El despertador ha sonado, sé que es miércoles y que debo levantarme pero no puedo…. Sé que debo ir a la universidad pero sólo la idea de enfrentarme a los profesores desata una terrible presión en el pecho de Ana Gómez, quien es estudiante de Arquitectura en la Universidad de Panamá.
La joven Ana se pregunta: ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Qué me pasa?, Creía que era una persona fuerte… Siempre ha luchado con todo, consiguiendo sus propósitos.
Llora, no tiene ganas ni de mirarse en el espejo,…está cansada…. No tengo hambre… Parece como si el mundo funcionara a otra velocidad.
No soportaba cruzarse con gente conocida y evitaba los encuentros. “Quería estar sola y tranquila conmigo misma porque todo me afecta…”
Actualmente, la joven Ana Gómez, está recuperada y vive su vida sabiendo que aquella depresión le permitió encontrar el verdadero sentido a su vida. Si te sientes así o tienes algún amigo que esté sufriendo no dudes en acudir a un tratamiento con un médico o un psicólogo.
Para el psicólogo Aristides De Ycaza, quien atiende este tipo casos, los jóvenes llegan a un estado de desequilibrio con ansiedad que suele afectar el funcionamiento general de la persona, que genera en crisis.
La crisis puede aparecer en algún momento de nuestras vidas, incluso en la etapa de la adolescencia es muy común que aparezca, asegura el psicólogo especialista en niños y jóvenes.
¿Cómo puedo ayudar a mi amigo que está pasando por una crisis? Es fácil, si seguimos las indicaciones del psicólogo. Y lo primero que aconseja es ayudar a los amigos que estén pasando por una crisis, ‘escuchándolo’. “Esta parte es muy importante porque el amigo se sentirá acompañado mientras habla”, dijo el experto.
Asimismo aconseja que al escuchar el problema del amigo, se debe tener claro hasta donde puedes llegar, respetando sus puntos de vista. Es decir que en ocasiones con solo escuchar y no emitir ningún comentario, suele bajar el nivel de ansiedad en el otro”, explica De Ycaza.
Sin embargo, aclara que a veces cuando la crisis es mayor, además de escuchar al amigo, lo más sugerente es guiarlo a una ayuda más especializada como un psicólogo, sacerdote o un médico psiquiatra.