Eduardo Soto P. / Marianne Colmenares – [email protected]
El título de esta nota nació en la propia voz de monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá, quien está convencido que el coronavirus ha provocado que los hogares panameños asuman una nueva tradición a partir de este año: las casas engalanadas con flores y ramilletes el Domingo que marca el inicio de la Semana Santa.
“Ya veremos cómo las familias asumen esto como parte de sus celebraciones”, señaló el Arzobispo.
Este año, con los templos cerrados y toda ceremonia pública suspendida, se invitó a cada familia católica de la arquidiócesis que colocara un ramo verde en las ventanas y puertas de la casa, para que cuando el Santísimo Sacramento pasara en un helicóptero por la ciudad, los hogares fueran bendecidos y los integrantes de “la Iglesia doméstica” acompañaran con su oración “el paso del Señor”.
Y así fue. El arzobispo Ulloa, a bordo de un helicóptero del Servicio Nacional Aeronaval surcó los cielos de la capital con el Santísimo en su regazo, mientras oraba por cada familia.
“Queremos también animar la vida de los creyentes con la parte espiritual, y por eso estaremos sobrevolando en un acto significativo esta realidad de Panamá para que el Señor siga bendiciendo a cada uno de nosotros”, dijo el arzobispo antes de abordar el helicóptero.
“Al iniciar este Domingo de Ramos la Semana Santa, hemos querido salir al encuentro del pueblo con el Santísimo Sacramento, para que bendiga a nuestro pueblo, a nuestra Patria y la sostenga en estos momentos de dura prueba, en la que tenemos la valiosa oportunidad de volver a Dios sin mezquindades, sin excusas, sin medias tintas, para que reine en nuestro corazón”, señaló monseñor Ulloa en su corta reflexión antes de sobrevolar la ciudad.
Y añadió: “Precisamente esta semana en que vemos como aumentan los fallecidos y los contagios, podemos decir que estamos en una semana completamente llena del sufrimiento. Sin embargo, los creyentes reconocemos que, del fondo de la humillación redentora de Cristo, el ser humano recibe, como don, la fuerza para alcanzar la cumbre de su propio ser y de su propio destino”.
Muchas familias también pudieron tomar fotos y grabar con sus celulares el paso del helicóptero, donde además de monseñor Ulloa Mendieta, también estaban los sacerdotes Efraín De León y José Brutúa.“Jesús se hace el encontradizo, sale a nuestro encuentro, no porque le amemos demasiado, sino porque el mismo nos mostró su entrega en la cruz”, subrayó monseñor Ulloa, quien usó el paso del helicóptero con el Santísimo a bordo, como una muestra de esta actitud de Dios, de ir al encuentro de su pueblo que está en cuarentena.
El arzobispo aprovechó para anunciar que el próximo, cuando los cristianos celebran la Pascua o Resurrección de Cristo, la jornada no será desde el aire, sino que se utilizará el “Papa Móvil”, el
mismo que el año pasado fue usado por el Papa Francisco para recorrer las calles de la capital durante la Jornada Mundial de la Juventud.
“Nos preocuparemos de llegar hasta donde están los más alejados, especialmente los enfermos, en los hoteles-hospital y los centros hospitalarios de la ciudad”, enfatizó monseñor Ulloa.
Una periodista frente a Jesús Sacramentado
Marianne Colmenárez [email protected]
Durante los días de la cuarentena, Dios se ha encargado de convencerme de que sus planes son siempre distintos pero mejores a los míos. No tenía en mente que hoy Domingo de Ramos viviría un momento tan cerca de su presencia, o como decimos los cursillistas, un verdadero “momento cerca de Cristo”.
Como periodista fui asignada para apoyar en la cobertura del recorrido aéreo del Santísimo Sacramento por los cielos panameños, jornada planificada por el Arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta para inicio de estos días santos.
Mi jefe volaría en otro helicóptero con camarógrafos y fotógrafos, mientras que yo en tierra me dedicaba hacer un “Live” en la red social Instagram para los seguidores de Panorama Católico.
Inicié transmitiendo la oración con la que Monseñor José Domingo Ulloa imploraba misericordia y pedía con fervor por todos los hombres y mujeres que a pesar de sus temores, siguen garantizando la salud y seguridad de nuestro pueblo.
Allí empezó todo el remolino de sentires en mi corazón, que se mezclaron con los muchos miedos y tristezas que he tenido al ver el aumento de número de fallecidos y de contagios. Pero este pequeño acto fue cambiando el sufrimiento en una *fuerza tremenda*.
Jesús Eucaristía estaba allí para mí, cerquita para convencerme de que Él tiene el control de esta situación.
Cuando se disponía a recorrer la pista para subir al helicóptero, la música, el viento fuerte producido por las hélices y la cantidad de mensajes de los seguidores de Instagram, que alababan al Rey de Reyes, provocaron que mis lágrimas no pararan ni un segundo de la transmisión.
Ver la respuesta de la gente mediante un detalle tan sencillo, me ha permitido confirmar que la fe se vive como sea, donde sea; mientras haya hambre y sed de Cristo. Semana Santa la viviremos y mejor que nunca; sus planes son siempre distintos, y mejores que los nuestros.