Los obispos latinoamericanos reunidos en Aparecida en 2007, se comprometieron a llevar a cabo una catequesis social incisiva, porque “la vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas”. Hoy en el mundo se puede observar una tendencia de las personas a participar cada vez más en actividades de beneficencia, sin embargo, no participan con el mismo entusiasmo en la Iglesia. La coherencia entre fe y vida en todos los ámbitos del quehacer humano, exige la formación de la conciencia según Dios, para afrontar situaciones familiares, sociales, económicas o políticas.
La catequesis, como proceso de iniciación para la vida cristiana, le corresponde incluir en el itinerario formativo, un conocimiento de la Doctrina social de la Iglesia (DSI). El Sínodo de Obispos de 1977, los padres sinodales dijeron que a la catequesis le está faltando algo que es fundamental, la DSI. Más tarde, Juan Pablo II la incluyó en Catechesi Tradendae (CT) de 1979. Después aparece el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica (2005) que recoge también la DSI, lo mismo que el Youcat (2011), llamado catecismo para los jóvenes.
El Catequista, discípulo y misionero de Jesucristo, está llamado a vivir plenamente su humanidad, es decir, a ser sensible a la realidad de los destinatarios en sus alegrías, sufrimientos, esperanzas; una vocación a conocer profundamente la fe de la Iglesia, en la que entra la sensibilización social; una vocación a ser acompañantes de camino, de todos, pero especialmente de los más necesitados de cualquier clase y condición. No se trata de tomar liderazgos tomados de ideologías o de interpretaciones personales del Evangelio, sino de transmitir las enseñanzas de Jesucristo tal como la transmite el Magisterio de la Iglesia católica. La buena noticia de Dios creador y redentor, cuyo Hijo Jesucristo, habiendo venido entre los hombres hecho carne, no sólo entra en la historia personal de cada hombre, sino también en la historia humana, convirtiéndose en su centro y haciendo presente el Amor en todo lo que forma el tejido de la existencia humana. Los catequistas junto a la comunidad cristiana tienen la misión de iniciar discípulos misioneros de forma integral para la vida plena.