“Coherencia y política”

“Coherencia y política”

Amigo lector, estas dos palabras que titulan este artículo, son la clave para saber por quiénes debemos votar en las próximas elecciones. Si bien son diferentes sus significados, la relación que debería existir entre ambas, requiere que sea tan estrecha que puedan ser algo así como sinónimos. Hace unos días veía un especial del Papa Francisco, y a los que participaban del mismo, les preguntaron por qué razón las personas, católicos o no, le demostraban tanto cariño y admiración. Uno de ellos dio una respuesta que fue la que más me agradó. Él decía que la gente veía en el Papa Francisco a una persona coherente, es decir, hace lo que predica. Así también recordé a Martin Luther King, Nelson Mandela, San Juan Pablo II, San Oscar Romero, por mencionar algunos, quienes defendieron sus principios, siendo congruentes con sus pensamientos y su forma de actuar, aun cuando eso les costara la cárcel o la vida. Y si de coherencia se habla, quién más que Jesucristo, el cual predicó con el ejemplo, siendo ésta una de las tantas cualidades que lo distinguían. A lo largo de la historia y siendo realistas, la coherencia no es precisamente una cualidad muy arraigada en los políticos. Esto ha traído como consecuencia que muchas veces las personas se decepcionen y no crean en ellos. Eso lo podemos constatar aún más, cuando se dan índices altos de abstencionismo o simplemente al escuchar a alguien decir que no cree en la clase política.

La coherencia mantiene una misma línea con una posición previa. Un político hablará con coherencia y resultará creíble, si no realiza promesas imposibles de cumplir, ni distorsiona la realidad. De la misma forma que no puede hablar de justicia, equidad, moral, honestidad etc., si no demuestra que esos son los pilares que rigen su vida personal, familiar, laboral y social. En papel tal vez suene fácil aquello de ser congruente, pero en la práctica no lo es tanto, pues estamos muy influenciados por tantas cosas: la sociedad, los medios de comunicación o el mundo en sí, los cuales nos dicen cómo debemos ser, qué debemos decir y hacer, o qué debe gustarnos. Y terminamos por seguir estos lineamientos, olvidándonos que tarde o temprano, la verdad sale a relucir y nos quita el disfraz, revelándonos tal y como somos en realidad. Se puede fingir por un tiempo, pero no toda una vida. Todos queremos un mejor país, seamos también votantes coherentes, no votemos por intereses personales, sino por aquellas personas que nos demuestren con su actuaciones en su vida personal y profesional, que son gente correcta; y eso no es tan difícil de detectar. Muchas veces los políticos se olvidan de que las mentiras se descubren tarde o temprano. Es importante que las decisiones y promesas de un político sean congruentes con las propias declaraciones y con sus planes de gobierno. Apreciadísimo amigo lector, cuando usted esté frente a la urna dispuesto a ejercer su derecho al sufragio, recuerde elegir a aquella persona que haya demostrado con hechos su coherencia, que sea firme y correcto en sus planteamientos y en su actuar, demostrando que no se deja influenciar cambiando sus posturas por simple conveniencia o por satisfacer a unos cuantos; y tenga la plena seguridad de que su voto no habrá sido en vano.