Un nuevo Papa para la Iglesia en salida, con corazón de padre y alma de servidor.
Por Monseñor José Domingo Ulloa M/Arzobispo de Panamá
La Iglesia se prepara para un momento de profunda trascendencia espiritual: el Cónclave que este 7 de mayo. Como pueblo de Dios, vivimos este tiempo con fe, con esperanza y, sobre todo, con –confianza plena en la acción del Espíritu Santo que guía a su Iglesia a lo largo de la historia.
Somos conscientes de que es inevitable que surjan análisis, proyecciones, intereses o, incluso, tentaciones humanas de hacer componendas sobre quién será el próximo Papa.
Los cristianos tenemos plena confianza en el Espíritu Santo, que sabrá suscitar al pastor que, con humildad y valentía, tome el timón de la barca de Pedro.
Este Cónclave se da bajo la gratitud profunda por la vida y el pontificado del papa Francisco, quien nos deja el legado de una Iglesia en salida, una Iglesia que no se encierra en sus estructuras, sino que se lanza a las periferias, allí donde están los descartados, los heridos, los olvidados. Nos enseñó que la Iglesia debe ser un hospital de campaña, capaz de curar heridas con la cercanía, la misericordia y el amor.
Sabemos que la Iglesia no se acaba con la muerte de un Papa. Somos una Iglesia viva, sostenida por Jesucristo resucitado, que no nos abandona. Él prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo, y su promesa es verdadera. Por eso, no tengamos miedo en poner en Él, nuestra firme esperanza.
Invito a todas las comunidades, parroquias y familias a unirse en oración constante por este Cónclave. Recemos para que los cardenales escuchen no solo sus razones, sino la voz de Dios. Pidamos al Espíritu ilumine su discernimiento para elegir al nuevo Papa que necesita este tiempo: con voz profética que nos siga recordando que la prioridad no es el poder, sino amor y servicio.