Por medio del sacramento del matrimonio, el Señor nos da la oportunidad de ver su rostro en nuestro cónyuge. Cada vez que recibimos un consejo, que practicamos caridad y misericordia entre nosotros, es Cristo quien por medio de nuestro sacramento se hace presente. Cuando en uno de los dos se producen sentimientos de alegría, tristeza, dolor o molestia, es Él quien está al lado y nos alcanza en nuestros sentimientos, permitiendo que mediante la escucha podamos expresarlos.
Algunos nos sacramentamos por tradición, concentrados en la vestimenta, los invitados, enfocados en una boda inolvidable, en lo cosmético. ¡Lo vivimos! y conforme pasamos la etapa del enamoramiento, de la ilusión, empezamos a ver nuestros defectos, dejándonos envolver por el plan del mundo.
Esto nos aleja del verdadero sentido y significado del sacramento. Solíamos decir que estábamos bien y enmascarábamos nuestra frágil relación. Nos dimos cuenta que estábamos en tinieblas, éramos como ese hacendado que no sabía el tesoro que tenía enterrado, en nuestro caso, en lo más profundo de nuestro ser.
Encuentro Matrimonial Mundial (EMM) nos dio acceso a descubrir ese tesoro, la llave que nos permitió abrir el cofre y ser conscientes de todas las Gracias del sacramento del matrimonio, entre ellas, la gracia de la elevación que nos permite aceptar a nuestro ser amado tal cual es, con sus cualidades y defectos, dignificándolo, ayudándolo a reconocer que es hijo de Dios, y por ello único e irrepetible.