El cristiano suma, sin descartar a ninguno

El cristiano suma, sin descartar a ninguno

La gran tentación que sufre todo ser humano, y habrá quien señale que más aun los cristianos, es a separar, a marginar al otro o, lo que es lo mismo, convertirse en una isla que ignore a los demás.

Esta semana, la Palabra invita a todo lo contrario: ser abiertos como nuestro Dios es abierto; hospitalarios y acogedores.

El mensaje del Señor es que no creamos que, por ser sus discípulos, tenemos ganado el cielo, y que aquellos que llevan una vida alejada de la Iglesia, están perdidos.

Para todos, la puerta del Amor está abierta, y al final del camino todos los que Dios permita recibirán la misma Misericordia, sin importar si ha estado toda la vida metido en el templo, o apenas unos segundos. Dios es así, todo abrazo, todo cariño, y pide lo mismo de nosotros.

Esas personas alejadas, que nunca se aparecen por las celebraciones, que están siempre distantes y hasta indiferentes a la vida comunitaria eclesial, son sujetos del mismo amor por parte de Dios, el mismo trato y las mismas expectativas.

A veces pensamos que somos especiales, mejores, porque estamos en un camino de conversión y compromiso pastoral. O que por ser católico tenemos el tiquete de entrada asegurado. 

El Padre nos está diciendo que nos quiere cerca de Él, pero también cerca de los hermanos, principalmente aquellos que están “del otro lado”. Mantener siempre la mano abierta, la invitación a flor de labios, y la sonrisa dispuesta para que el otro se sienta siempre bien recibido.

No nos sintamos que Dios es solo nuestro, y de nadie más.

¡Ánimo!