Fieles de distintas comunidades llenaron la parroquia San Judas Tadeo en Juan Díaz para agradecer favores y renovar su fe en Cristo.
Por Marianne Colmenárez
“San Judas nos enseña a reflejar el rostro de Cristo en nuestra vida, a ser compasivos y llevar a Jesús en nuestro corazón y acciones”, expresó monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá, ante un templo abarrotado de fieles venidos de distintas partes del país.
La celebración estuvo marcada por cantos, oraciones y la profunda devoción de quienes sostenían estampitas y pequeñas imágenes del santo.
Ante esta multitud, el Arzobispo explicó en su homilía el significado del medallón que San Judas lleva sobre su pecho.
“En ese medallón está el rostro de Cristo. Por eso, el ideal cristiano es reflejar como San Judas el rostro de Cristo”, afirmó.

Destacó que el santo no buscaba fama, sino conducir a todos al Maestro y que el medallón no era un símbolo externo, sino una confesión interior. «Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” dijo
Exhortó a los fieles a imitar a San Judas en su manera de ser.
“Miren que también nosotros podemos parecernos a Cristo, tal vez no físicamente, pero sí en nuestra compasión, en nuestra mirada y en nuestra forma de amar”, subrayó.
Un llamado a ser misioneros de esperanza
Durante la celebración, monseñor Ulloa anunció que el próximo año se inaugurará una nueva etapa pastoral bajo el lema Ser Misioneros de Esperanza.
“Se nos va a invitar a pasar del escuchar al actuar, del asistir al comprometernos, de una fe encerrada a una fe que va a salir al encuentro”, explicó.

“Queremos ser una Iglesia que camina con su pueblo, que escucha el clamor de los que sufren, que acompaña a las familias, que anima a los jóvenes, que defiende la vida y la dignidad humana” dijo.
Procesión de fe y gratitud
A las 4:30 de la tarde partió la procesión con la reliquia y la imagen del santo, encabezada por la banda del Colegio Parroquial San Judas Tadeo.

Los fieles acompañaban el recorrido rezando el Santo Rosario y cantando alabanzas, mientras los colores rojo y verde se mezclaban entre la multitud.
Entre los devotos, Susana Vergara esperaba en una esquina de la avenida Las Mercedes, apretando contra su pecho una imagen de San Judas.


“Le debo demasiado a San Judas Tadeo. Mi mamá me comentó que por su intercesión pudo tenerme. Me ha ayudado en mi trabajo y en el bienestar de mis padres”, compartió emocionada.
En otra esquina, Juan Carlos Ceballos repartía estampitas en señal de agradecimiento.
“Hace siete años le pedí por la salud de mi tía, que sufría de depresión severa. Hoy camina conmigo y cada año está mejor de salud”, contó.

Fe que se fortalece al compartirse
La celebración eucarística, concelebrada por el padre Efraín de León, párroco de la comunidad, concluyó con un llamado a vivir la fe activamente. Entre cantos, promesas y gestos de gratitud, la comunidad reafirmó su devoción al santo de las causas imposibles, recordando que “San Judas no nos lleva a sí mismo, nos conduce siempre a Jesús, porque su vida fue reflejo del rostro de Cristo”.
