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En la vejez no me abandones

En la vejez no me abandones

“Estamos perdiendo cada vez más «el sabor de la fraternidad», afirma el papa Francisco.

 

Por Monseñor José Domingo Ulloa/Arzobispo de Panamá. 

Con este título, el papa Francisco nos introduce a su mensaje con motivo de la IV Jornada Mundial de los Abuelos y Personas Mayores, en la que pone de manifiesto el clamor de tantos hombres y mujeres que sienten la ausencia de sus familiares cuando llegan a la vejez.

Hay múltiples razones que causan la soledad de las personas adultas mayores, pero la respuesta de una familia cristiana y del Estado siempre debe ser la misma: ¡No te abandonaremos!

Ahora más que nunca, cuando se muestran en los datos, por ejemplo, en Panamá, que la esperanza de vida era de 79.23 años y que para el 2030 se espera que sea de 80.46 años, debemos cambiar esa cultura del descarte y romper con esos estereotipos que expresan que la vejez en sinónimo de ser inútil, una carga o enfermedad; que ellos son un obstáculo para el desarrollo de la juventud, que son un estorbo.

En su mensaje, el papa Francisco nos recuerda que Dios no descarta ninguna piedra, al contrario, las más “viejas” son la base segura sobre las que se pueden apoyar las piedras “nuevas” para construir  todas juntas el edificio espiritual (cf. 1 P 2,5). Y agrega: “Dios sigue mostrándonos su misericordia, siempre, en cada etapa de la vida, y en cualquier condición en la que nos encontremos, incluso en nuestras traiciones”.

 

Queridos abuelos y adultos mayores, la Palabra de Dios es la mayor fuente espiritual que nos ilumina en tiempos inciertos, porque encontramos en sus páginas, la certeza de que Dios está con nosotros, muy cerca, en todas las etapas de nuestra vida, particularmente en la vejez y en el momento del dolor.

 

Nuestro Santo Padre nos anima a recuperar ese sentido de reverencia hacia nuestros abuelos y ancianos, “reconociendo el papel insustituible que estos tienen en la familia, en la sociedad y en la Iglesia”; que “no dejemos de mostrar nuestra ternura”; “visitemos a los que están desanimados o que ya no esperan que un futuro distinto sea posible”. 

 

Indulgencia plenaria

Aprovechemos también, la oportunidad de ganar el tesoro divino de la indulgencia plenaria, cumpliendo con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Sumo Pontífice) a los abuelos, a los mayores y a todos los fieles que, movidos por un verdadero espíritu de penitencia y caridad, participen el 28 de julio de 2024, con ocasión de la Cuarta Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores, en los diversos servicios que se celebrarán en todo el mundo. Esta Indulgencia Plenaria también podrá aplicarse como sufragio por las almas del Purgatorio.

También la Indulgencia Plenaria se concede este mismo día a los fieles que dedicarán un tiempo adecuado a visitar a los hermanos mayores necesitados o en dificultad (como enfermos, gente sola, discapacitados…). Igualmente a quienes se desprendan de todo pecado y tengan la intención de cumplir las tres condiciones habituales lo antes posible, a los mayores enfermos y a sus cuidadores, así como a todos aquellos que no pudiendo salir de casa por un motivo grave, se unan espiritualmente a los sagrados servicios de la Jornada Mundial, ofreciendo al Dios Misericordioso sus oraciones, dolores o sufrimientos de su vida, especialmente mientras se retransmitan las diversas celebraciones a través de los medios de comunicación.

Que la Jornada Mundial de los Abuelos y Personas Mayores nos impulse a un compromiso permanente  y concreto de amar, cuidar, proteger y darles esperanza a tantos hombres y mujeres que en su vejez esperan que no los abandonemos.

Esto será un gesto de justicia, agradecimiento y reconocimiento por su contribución a nuestro desarrollo personal, familiar, eclesial y social.