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Iglesia panameña hace un llamado nacional a buscar caminos de paz

Iglesia panameña hace un llamado nacional a buscar caminos de paz

Arzobispo Ulloa exhorta al país a construir espacios de diálogo y escucha ante crisis social, violencia e injusticias persistentes.

 

Por Zailary Chávez 

En la celebración de la Cita Eucarística y el Jubileo de la Familia, Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá, hizo un llamado a buscar caminos de paz, de diálogo y de escucha ante la realidad que vive el país.

Monseñor Ulloa en plena homilía.

“Ahora, más que nunca, se hace imprescindible buscar caminos de paz, de diálogo y de escucha. Entre hermanos nos estamos enfrentando, nos estamos persiguiendo, y en esta crisis todos estamos perdiendo. No veamos el diálogo como una debilidad, sino como una muestra de madurez y de amor al país. Ya existen demasiadas fragmentaciones y heridas por la violencia de un sistema excluyente para que añadamos nuevas rupturas. Somos familia, no podemos autodestruirnos. Es urgente tender puentes, abrirnos a la escucha activa, y apostar por la paz”, dijo monseñor Ulloa desde el Parque Recreativo Omar donde se realizó este encuentro.

 

El arzobispo hizo un llamado para que cese la violencia, que los violentos bajen sus brazos y dejen de agredir a sus hermanos y hermanas, porque eso jamás será el camino para lograr la paz y la justicia social.

 

“Somos conscientes que las heridas infringidas a la dignidad humana, a la democracia y a la institucionalidad son severas y profundas; pero aún estamos a tiempo de recapacitar, de escuchar, de consensuar, de ceder en un diálogo abierto y transparente, sentado sobre las bases del respeto y del bien común”, reiteró.

Fieles de distintas parroquias escucharon atentos el mensaje de su pastor.

 

En esta Cita Eucarística, monseñor Ulloa pidió no olvidar al padre Jesús Héctor Gallego, secuestrado y desaparecido, el 9 de junio de 1971 en Sante Fe de Veraguas. Aquel 13 de junio de 1971, la Iglesia alzó su voz en la Cita Eucarística para reclamar justicia y la verdad de lo ocurrido y ese mismo clamor dijo que se hace hoy al preguntarnos todavía ¿Héctor, dónde estás?

A 54 años de este hecho, recordó que su legado nos desafía y nos impulsa a seguir trabajando incansablemente por aquellos a los que se entregó en forma total, a quienes evangelizó, formó y organizó para que fuesen gestores de su propio destino, ante la realidad de un campesinado, explotado y abandonado a su suerte, en la pobreza. “Un cristiano no puede ser indiferente ante el dolor y la injusticia que sufre el prójimo”, enfatizó.