Por primera vez en modalidad zonal, la Pastoral Juvenil Arquidiocesana impulsa los Talleres Bíblicos de Oración (TABOR) para acercar a los jóvenes a la Lectio Divina.
Por Karla Díaz
Con el deseo de renovar la vivencia de la Palabra de Dios entre los jóvenes, la Pastoral Juvenil Arquidiocesana inició una nueva edición de los Talleres Bíblicos de Oración (TABOR), una propuesta que busca formarlos en la práctica de la Lectio Divina, la lectura orante de la Sagrada Escritura.
Este año, por primera vez, los talleres se realizan por zonas pastorales, lo que permite una mayor participación local y el fortalecimiento de los equipos juveniles en sus propias comunidades. Tradicionalmente, se celebraba un solo Tabor para toda la Arquidiócesis, pero este 2025 se vive de forma sectorizada, durante los meses de julio y agosto.
Blanca Villegas, una de las jóvenes coordinadoras, destacó que este año empezaron con la zona Santa María la Antigua, y que hubo una buena participación, mucho entusiasmo y un gran compartir.
Estos talleres buscan que los jóvenes tengan una experiencia transformadora con la Palabra de Dios.
“El Tabor está centrado en enseñar y vivir los seis pasos de la Lectio Divina, que son: la invocación al Espíritu Santo, lectura, meditación, oración, contemplación y acción. A través de este camino, los jóvenes aprenden a comprender mejor los textos bíblicos, escuchando lo que Dios les quiere decir personalmente y discerniendo cómo responderle en su vida diaria”, señaló la joven.
Agregó que, una vez se ponen todos los pasos en acción, se medita el texto y reflexionan sobre lo que pide Dios para sus vidas y cómo quiere que lo hagan.
“Personalmente, es una invitación que el Señor me dio para participar de este equipo. Es bonito ayudar a los jóvenes a tener una relación más personal con Dios, y enseñarles, para que ellos luego enseñen a sus equipos en sus parroquias”, puntualizó Blanca
Formación y misión
Los coordinadores de Tabor cuentan con experiencia de años anteriores, pero renuevan sus conocimientos bajo la guía del padre Justo Rivas, y como parte del proceso, cada joven recibe un manual, con el cual puede replicar el taller en su parroquia.
