Docentes, estudiantes y autoridades caminaron juntos en peregrinación hacia la Catedral Basílica Santa María La Antigua, reafirmando su compromiso con la misión de evangelización y la educación.
Por Marianne Colmenárez
Cantos jubilosos marcaron el paso de decenas de educadores, estudiantes y familias que llenaron de vida las calles del Casco Antiguo. Todos respondieron al llamado de la Federación de Educación Católica de Panamá (FECAP) y la Pastoral Educativa Arquidiocesana, con el respaldo del Ministerio de Educación, para celebrar el pasado miércoles, 13 de agosto, el Jubileo del Mundo Educativo.
El recorrido partió desde la Escuela Manuel José Hurtado, ubicada en el Casco Antiguo, y avanzó hasta la Catedral Basílica Santa María La Antigua donde la comunidad se unió en la Eucaristía, presidida por el cardenal José Luis Lacunza Maestrojuan, obispo emérito de la diócesis de David.
“La escuela es casa de esperanza”
En su homilía, el cardenal Lacunza, afirmó que la esperanza es el motor que impulsa la vocación docente. “Si un lugar puede llamarse casa de esperanza, ese es la escuela. Y si alguna persona pudiera calificarse testigo de esperanza, ese es el educador. No se puede educar sin una sólida esperanza”, expresó.
Monseñor Lacunza, basándose en el Evangelio del día, invitó a mirarse hacia adentro para reconocerse como luz y referencia para los demás.

También recordó las palabras del papa Francisco sobre los tres lenguajes fundamentales en la educación, que son: la cabeza para pensar bien, el corazón para sentir bien y las manos para hacer el bien.
“Parece un acertijo, pero no lo es. Es un llamado a ser coherentes entre la cabeza, el corazón y las manos”, destacó.
Lacunza explicó que pensar bien, sentir bien y hacer el bien, forman un conjunto inseparable en el camino hacia una educación integral.

Desafíos y oportunidades
El Cardenal también destacó algunas reflexiones del papa León XIV, quien ve a los jóvenes como volcanes de vida, llenos de ideas y energía. Reconoció que la realidad actual presenta retos, como el aislamiento, la superficialidad, el relativismo y la exposición a medios virtuales y a la inteligencia artificial.
Sobre esta última, invitó a mantener una mirada ética y pastoral. “Debe ser vista como un instrumento al servicio del ser humano, pero no como un sustituto de la inteligencia espiritual y moral”, expresó.
Educar para la felicidad y la solidaridad
El padre Eduardo Valdés, rector del Colegio Javier y vicepresidente de FECAP, resaltó que la misión educativa no se limita a formar estudiantes exitosos.
Mencionó que, desde los primeros años, los estudiantes participan en procesos de servicio social que los acercan a las realidades del país. “Ellos descubren que tienen que estar en relación, conocer el mundo, su Panamá, y ver las formas de ser solidarios”.
Para Valdés, la educación debe abarcar todo lo humano. “Nada humano debe quedar por fuera. Todos estamos llamados a ser parte de este camino que nos lleva hacia Dios. La verdadera felicidad no es solo en mi corazón, sino en los amores que voy a ir construyendo a lo largo de la vida”.
Un compromiso renovado

El Jubileo del Mundo Educativo dejó un mensaje claro. La educación católica en Panamá quiere seguir siendo un faro de esperanza no solo por su excelencia académica, sino también por su capacidad de formar ciudadanos responsables, solidarios y profundamente humanos.
“No basta la inteligencia ni la voluntad”, afirmó el padre Valdés, citando la conocida frase de san Ignacio de Loyola; “yo quiero y deseo, y es mi determinación deliberada”, motivar a todos a vivir plenamente este proceso del jubileo.
