Lucas presenta la primera comunidad cristiana como un puente entre la persona de Jesús y el fenómeno del cristianismo, que posteriormente se llamaría Iglesia, mostrando una perfecta continuidad entre la vida y el proyecto de Jesús y la vida y el proyecto de los cristianos.
El lugar de la ascensión fue el monte de los Olivos, el mismo lugar en donde se inició la pasión de Jesús; y la sala de arriba es, probablemente, el mismo salón donde Jesús celebró la Pascua e instituyó la Eucaristía, lo cual hace ver el supremo acto en el que Jesús entregó su propia vida, como confirmación de su testimonio de vida.
Esta primera comunidad, donde no hay discriminación ni privilegio alguno, estaba formada por los once Apóstoles y algunas mujeres y María, la madre de Jesús y sus hermanos (parientes) del mismo Jesús. Ellos, por primera vez, se comienzan a llamar “hermanos”, mostrando ya la idea de que el nuevo pueblo de Dios es una gran familia, reunida alrededor del Padre y de Jesús.
Al narrar la sustitución de Judas Iscariote, Lucas especifica los requisitos para ser apóstol: primero, haber sido testigo de la vida de Jesús, (lo que hizo y lo que enseñó); y segundo, haber sido testigo de la resurrección.
¿Por qué? Porque la tarea apostólica se funda en la experiencia de la resurrección, ya que el Jesús histórico murió y resucitó, y en ello radica la base de la fe cristiana.
La razón de los Doce, es porque Jesús eligió doce compañeros como soporte del nuevo pueblo de Dios, de la misma forma que el pueblo de la antigua alianza tenía como fundamento los doce hijos de Jacob-Israel, que formaron las doce tribus.