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La responsabilidad en la toma de decisiones y los retos de ser padres a temprana edad

La responsabilidad en la toma de decisiones y los retos de ser padres a temprana edad

Este programa sirve para posicionar a los alumnos como ejes comunicadores con sus compañeros fuera del colegio porque les toca contar la experiencia y el por qué no tomarían la decisión de ser padres en este momento de sus vidas.

 

Por Karla Díaz

Era un viernes normal e iniciaba el fin de semana para Sofía Cáceres, estudiante de 10mo grado; pero esta vez hubo una particularidad, pues llegaba a su casa con un bebé en brazos, su hijo Felipe, un muñeco simulador parte del programa “Bebé, piénsalo bien”, que se desarrolla en el Colegio Internacional de María Inmaculada (CIDMI). 

Sofía tuvo que cargar con la responsabilidad durante un fin de semana.

Los llantos del bebé se sintieron apenas entró a su cuarto.  Sofía buscó la manera y le dio de comer hasta que se calmó, pero 5 minutos después, volvió a llorar, pues necesitaba cambio de pañal. Todo lo hizo con mucho cuidado, pues debía sostener muy bien su cabecita, ya que todo estaba siendo monitoreado a través de un sensor especial, colocado en su brazo en forma de brazalete.

“Sentí angustia, porque cuando lloraba me presionaba, y tenía que actuar rápido para atenderlo. Cuidar a un bebé es más difícil de lo que pensaba, no me gustó porque tuve que interrumpir mis actividades, tuve que llevarlo a todos lados conmigo, a Confirmación, y hasta a una fiesta de cumpleaños.  Tener un hijo a esta edad no es relajo”, dijo Sofía.

 

¿De qué trata el programa?

“Bebé, piénsalo bien” tiene más de 10 años de implementación en el CIDMI y surge a raíz de la necesidad de complementar el programa de Orientación para llevar a los chicos a la realidad de lo que ocurre en la vida, el hecho de la prevención de embarazos y la toma de decisiones.

 

El objetivo principal del programa es orientar a los jóvenes, que conozcan cada etapa de su vida, que se conozcan ellos mismos y que idealicen un plan de vida con sus objetivos a corto, mediano y largo plazo.

 

“El programa tiene la duración de todo un trimestre, pues aparte de la simulación los jóvenes tienen que hacer un trabajo escrito. Nos reunimos de manera formal con cada padre de familia de los estudiantes   y les explicamos los objetivos y su participación en el programa, ya que ellos son su soporte, dado que en casa en medio de la simulación habrá retos, frustraciones y llantos, porque los jóvenes tienen que cargar con una responsabilidad”, dijo Alexandra Ramos, Psicóloga de Secundaria y parte del equipo que lleva el programa.

Al inicio del programa, los estudiantes deben sacar un presupuesto del primer año de vida del bebé, y deben reunirse con sus padres para que ellos les conversen sobre su experiencia personal, cómo fueron los retos que enfrentaron, su nacimiento e infancia, ya que otro de los objetivos específicos del programa es fomentar la comunicación de los padres con los hijos.

 

¿Cómo se desarrolla el programa?

Los bebés son simuladores que trabajan por medio de sensores, tienen el peso de un bebé real y se registra si tienen frío o calor, si tienen gases, hambre o si necesitan cambio de pañal. En este momento hay siete bebés en funcionamiento, y se van rotando. Además, se hace un plan de trabajo, puesto que la idea es que todos los estudiantes de noveno y décimo participen, incluso los varones.  Pueden trabajar solos o en pareja; tienen que dar sus clases, pero atendiendo a sus hijos, lo que hace la experiencia aún más realista.

 

“Ellos le colocan un nombre al bebé y tienen que explicar el por qué. Deben hacer un ensayo de su experiencia, narran sus miedos, angustias. Inclusive pasa mucho, que luego de entregarlos, quedan escuchando en casa el llanto del bebé, aunque no lo tengan”, destaca Ramos.

 

Nathalie recibe su brazalete.

Agrega que esto pasa porque están tan pendientes durante los días de simulación del llanto del bebé, que desarrollan fuertemente el sentido de responsabilidad. El bebé se despierta en la madrugada, como un bebé real. Los padres, abuelos y tíos deben involucrarse. Hay unos bebés que tienen más intensidad, más actividad que otros, y llega el momento en que el estudiante descubre a qué se debe el llanto, si es por un eructo, por frío o por hambre, inclusive el sensor indica si hay maltrato.

Por su parte, la psicopedagoga del plantel, Juliana Cubilla, asegura que con el programa no se busca prevenir embarazos, sino concienciar a los estudiantes, de que tener un bebé conlleva responsabilidades, y el hecho de que el estudiante a esa edad pueda explorarlo de la manera más realista posible es fabuloso y es uno de los objetivos más grandes que han alcanzado.

“Hay papás que han estado un poco reacios con el programa porque sienten que se les están – abriendo ventanas- a los chicos, sin embargo, el programa no es solo el bebé, sino un trabajo integral y personal que se realiza durante mucho tiempo. Inclusive cuando los jóvenes y sus papás conocen a fondo de qué se trata, la evaluación académica pasa a segundo plano porque se dan cuenta de que la responsabilidad que tienen es sacar adelante al bebé y sentirse bien por el deber cumplido”, señala la docente.

 

 

Cuentan con 7 bebés simuladores computarizados.

Un programa para todos

Hay chicos que por alguna condición o diagnóstico previo han sentido que no pueden llevar el programa y dicen no querer cumplirlo. Sin embargo, el colegio es inclusivo y cuando se presentan estos casos se les apoya con una mejor flexibilidad en los horarios para que no se les haga tan difícil, vivan la experiencia y cumplan con la evaluación académica.

“Siempre los apoyamos porque todos participan por igual, la idea no es que fracasen, sino que vivan su experiencia y saquen su reflexión personal, siempre con ayuda de los familiares”, señaló la profesora Alexandra.

También se ha dado el caso en que el bebé se ha desactivado porque no ha recibido los cuidados como debe ser, y lo que se hace es que se cita al estudiante con su papá o mamá y se les explica la situación para que vuelvan a realizar la simulación.

Otro punto positivo del programa es que el equipo de psicólogas, orientadoras, estimuladoras y psicopedagogas pueden detectar ciertos problemas que existan en los hogares de los estudiantes, como la falta de comunicación, y pueden brindarles atención.