El papa León XIV reafirmó su apoyo a los movimientos populares y pidió defender con esperanza los derechos sagrados de tierra, techo y trabajo.
Redacción
El Santo Padre recibió en Roma a los movimientos populares reunidos para el Quinto Encuentro Internacional y la Peregrinación Jubilar. En su intervención recordó las palabras de su predecesor Francisco al reiterar que la tierra, el techo y el trabajo son derechos sagrados por los que vale la pena luchar.
Durante el encuentro el Pontífice presentó una reflexión sobre los grandes desafíos de la época actual. Habló de la injusticia social, el trato inhumano hacia los migrantes, el desempleo, la desigualdad y la proliferación de drogas.
También advirtió sobre los efectos negativos del desarrollo tecnológico y la crisis climática, que evidencian la deshumanización de un sistema donde el lucro y el bienestar físico se han convertido en ídolos.
En su discurso hizo memoria de las enseñanzas de los Papas Francisco y León XIII, autor de la encíclica Rerum Novarum, para insistir en la urgencia de construir caminos de justicia, amor y paz.
Ante unas dos mil personas reunidas en el Aula Pablo VI, entre ellas representantes de comunidades de las periferias del mundo, el Papa expresó con fuerza su cercanía y apoyo a los movimientos populares.
“Haciéndome eco de las peticiones de Francisco, hoy digo: Tierra, techo y trabajo son derechos sagrados, por los que vale la pena luchar, y quiero que me escuchen decir: “¡Estoy con ustedes!”, “¡Estoy con ustedes!” expresó con emoción.
León XIV destacó el valor profético de estos grupos que, inspirados en el sueño de Francisco, buscan que los más vulnerables encuentren acogida en el corazón de la Iglesia.
Al referirse a la situación de los migrantes, condenó los abusos que sufren y recordó que los Estados, aunque tienen derecho a proteger sus fronteras, deben hacerlo sin perder de vista su obligación moral de brindar refugio y respeto a la dignidad humana.
Agregó que, «se están tomando medidas cada vez más inhumanas, incluso políticamente celebradas, para tratar a estos “indeseables” como si fueran basura y no seres humanos».
El Papa subrayó la paradoja de un mundo en el que millones carecen de tierra, alimento, vivienda y trabajo, mientras los avances tecnológicos alcanzan incluso a los más pobres. Advirtió que el mal uso del progreso incrementa las desigualdades y solo podrá corregirse si la dignidad humana se coloca nuevamente en el centro.
Finalmente alertó sobre el impacto de las redes sociales y las adicciones digitales, que fomentan la ansiedad y el consumo desenfrenado, especialmente entre los jóvenes. Invitó a los movimientos populares a mantener viva la esperanza y a seguir construyendo un futuro más justo y solidario para todos.
