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Neo pelagianos hoy

Neo pelagianos hoy

El papa Francisco, en su reciente Exhortación Apostólica “Gaudete et Exultate”, nos hace caer en la cuenta de que, quizá sin ser conscientes de lo que nos ocurre a muchos cristianos, en realidad estamos viviendo nuestro cristianismo a costa de recuperar y dar nueva vida a errores (y herejías), que fueron rechazados por la Iglesia, hace siglos. El Papa nos habla ahora del “pelagianismo actual”. Cualquier cristiano, medianamente cultivado, sabe muy bien que el pelagianismo es una herejía, que difundió el monje Pelagio, en el s. V. En pocas palabras, lo que enseñaba Pelagio es que no existe el pecado original y negaba la necesidad de la gracia de Dios. Porque el monje Pelagio entendía que la voluntad humana tiene un poder y una autonomía que le basta. De ahí que los pelagianos relativizaban o incluso negaban la necesidad de recibir sacramentos o de observar prácticas religiosas.

Precisamente, es lo que a diario escuchamos decir a mucha gente. Son los que no rezan ni van a Misa. Ellos se auto convencen de que les basta con la voluntad y libertad para ser ciudadanos ejemplares. Otra cosa es que lo sean. Porque escandalosos y corruptos, hay por montones entre los que defienden este modo de pensar y actuar.

Frente a estas ideas, el papa Francisco señala, que los pelagianos (antiguos y modernos) “en el fondo solo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a los de-más”. Son los que tienen “la idea de que todo se puede con la voluntad humana”. Esto es lo que piensan y dicen. Pero, realmente ¿lo hacen?

Importante

  • Poder opresor y poder seductor El verticalismo del sistema ya no se sostiene, nos dice José M. Castillo. ¿Por qué? Mucha gente no ha caído en la cuenta del cambio seguramente más pro-fundo que estamos viviendo. Un hecho que está cambiado la vida de la gente y que consiste en que el “poder opresor” está siendo sustituido por el “poder seductor”.

 

  • Otro poder

La religión fue determinante mientras el poder opresor (el pecado, la culpa, el infierno…) tuvo la fuerza suficiente para influir en la vida de los creyentes. Pero ahora, hay otro poder: el poder seductor de lo que nos impresiona y nos atrae: la cantidad de gente que va por todas partes y a todas horas, enganchada a la pantallita del móvil, ya eso es más poderoso que cualquier amenaza.