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Niños desaparecidos: padres y madres piden respuestas

Niños desaparecidos: padres y madres piden respuestas

Antes de la desaparición de Juan David, solo seis alertas Amber se activaron. Después, se hicieron correctivos en 2024 y hubo 65. En 2025 ha habido 79 activaciones.

 

Por Elizabeth Muñoz de Lao

En Panamá, más de 20 menores de edad están desaparecidos. Aproximadamente, cada 31 horas desaparece uno. Sus familias viven en un estado de angustia y zozobra, con la esperanza de un milagro. Pero, también hay padres cuyos hijos ya no regresarán.

Juan David desapareció tras abordar el metro. Sus propios compañeros le hicieron daño.

Ese es el caso de la familia García González, cuyo hijo, Juan David, de 16 años y con discapacidad auditiva, fue asesinado por sus propios compañeros de colegio.

“Mi hijo era un niño inteligente. Dentro de su discapacidad, era muy feliz. Desde su primer año se veía con su pediatra y fonoaudiólogos, no le funcionaron los implantes cocleares ni los audífonos”, explica su madre, Briseida González.

En su décimo grado de bachiller, cognitivamente tenía buenas calificaciones. “Adoraba ir a la escuela a aprender lenguaje de señas, leer, las matemáticas. Yo no lo dejé ver que tenía una discapacidad, y estaba en fútbol”, añade con dolor.

“Nunca me imaginé que un grupo de niños pudiera quitarle la vida a mi hijo, pienso y pienso…  Dios mío, ¿en qué momento pasamos de la travesura normal, del bullying o burlas, a la violencia? Y pienso y no veo dónde nos confiamos como padres, o fallamos…”, dice cada vez más afectada por los recuerdos.

Al dolor se une la impotencia al preguntarse cómo en Educación permiten que adolescentes con conductas delictivas, con problemas de drogadicción, como los que ultimaron a su hijo, los remitan a colegios donde hay niños vulnerables por sus discapacidades.

 

“No estamos visualizando que estamos poniendo a otros niños en riesgo. Si se lo hicieron al mío, ¿quién dice que no lo harán con otros? Yo no deseo que a otro niño le pase esto”, puntualiza.

 

Ese trágico viernes de octubre de 2024, demoraron mucho para buscarlo después de que la familia interpuso la denuncia. Le dijeron que tenían que esperar las horas pertinentes (24). Ella también fue el sábado y le informaron que debía esperar hasta el lunes.

Los padres llevaban a Juan David a la Escuela Vocacional Especial (EVE) y también lo retiraban. Pero en mayo les ofrecieron un busito para llevarlo hasta el metro donde lo dejaba una inspectora de la escuela. Como ya era adolescente, debía aprender a valerse por sí solo, le dijeron.

“Nosotros queríamos lo mejor para él, les confiamos nuestro hijo a personas que, se suponía, tenían filtros”, señala su madre, quien insistía ante los encargados de la investigación que la tarjeta del metro mostraba movimiento, el celular estaba encendido y debían investigar. Ni siquiera miraron las cámaras, sino ocho días después, cuando se captó a los que se lo llevaron, pero ya era tarde.

“¿Cómo es posible que las autoridades fueran tan insensibles y crueles? Se debió rastrear el teléfono, era tan fácil. Yo no les guardo rencor y tampoco a los que mataron a mi hijo”, agrega.

Pide a las autoridades que frenen esto, porque no se puede normalizar la desaparición de niños. Su hijo fue hallado en un edificio abandonado, cerca  de Albrook y del metro.  

“No podemos vulnerar más a quien había nacido con vulnerabilidad. Encajonaron al niño como si fuera un niño que se fue”, destaca Briseida González, ya en medio del llanto, y pide a Dios fortaleza para cuidar de su otro hijo de seis años.

 

La alerta Amber se divulga por televisión, radio y redes sociales. Hay una página web y una aplicación con información de desapariciones, número de alertas activas y cuántos menores no han ubicado.

 

Alerta Amber

El caso de Juan David sentó un precedente y llevó a las autoridades a revisar la ley que creó la alerta Amber en Panamá, a fin de mejorar sus fallas al momento de investigar la desaparición de un menor de edad.

 Al respecto, Lucy Córdoba, activista, defensora de derechos de niños y niñas, y CEO del Movimiento Caminando por la Infancia, siente que se ha avanzado, pues ya se aprobó en primer debate el nuevo proyecto de ley de alerta Amber, que establece la búsqueda inmediata de niños, niñas y adolescentes que hayan desaparecido, hayan sido sustraídos o con paradero desconocido.

La búsqueda de 24 horas es un mito, la alerta debe activarse de inmediato, pues es una herramienta para la localización de un menor de edad desaparecido, especifica.

 

“Estamos hablando de que cómo los panameños hemos sido lastimados por situaciones lamentables como la desaparición de Aderlin, Juan David, Mónica Serrano, Luz Clarita y otros que no los dejaremos en el olvido”, manifiesta la activista.

 

La semana pasada había 20 desaparecidos, cada 31 horas desaparece un niño, pero son cifras que cambian diariamente.

La alerta Amber es una forma de respuesta ante la desaparición de un niño, para una búsqueda rápida, ubicación y rescate. Cuando se sancione la nueva ley, esta alerta llegará a todo aquel que tenga un celular en el país, porque nuestro deber como ciudadanía es difundir para identificar y rescatar un menor de edad.

“Tenemos que saber que una niña de 14 años no se evade, no se escapa:  la sacan, la inducen y la explotan. Una niña no puede salir del país sin pasaporte, son depredadores los que se las llevan”, resalta Córdoba. “Las sacan convirtiéndolas en víctimas de trata de personas, para ser explotadas sexualmente en otros países. Lo hacen por caminos y trochas”, agrega.

“En Panamá hay grupos criminales que se dedican a este menester. Hay dos casos que han dicho que sí las han llevado como víctimas para ser explotadas sexualmente”, informa.

 

Evolución de la Alerta Amber en Panamá y EE.UU.

1996

El 12 de enero de ese año se creó la alerta Amber, cuando Amber Rene Hagerman, de 9 años desapareció en EUA.

2024

En Panamá entró en funcionamiento el año pasado. Las alertas se activaron más tras el caso de Juan David García.

2025

Se aprueba en primer debate un proyecto de ley para modificar la ley existente que creó la alerta en Panamá.

 

Prevención es clave

Como padres no debemos confiarnos, afuera puede haber alguien acechando para hacer daño a los niños.

“Jesús dijo ama a tu prójimo como a ti mismo. Como cristianos, hay que poner en práctica la empatía, la solidaridad, porque cada vez que un niño desaparece es una historia rota, una familia desesperada, un país que llora, y cuando muere, todos sufrimos”, recalca.

“Hay que desarrollar la comunicación con nuestros hijos, explicarles que fuera de la casa hay personas con malos instintos, que el primer círculo de seguridad es la familia y es allí donde debemos cuidarlos para que no sean presa fácil del enemigo”, enfatiza.

Lucy Córdoba es un testimonio de vida. Fue adoptada a los dos años y sus guías espirituales fueron un sacerdote de Bocas del Toro y una religiosa. Por eso, lucha por los niños vulnerables.

Pide que oren por ella.  “Por cada niño rescatado, siento que le estoy diciendo a Dios gracias por lo que hizo conmigo”, dice emocionada.

 

Obispos se pronuncian

El tema de la desaparición de niños y adolescentes es  doloroso y sagrado, porque la vida de un ser humano es sagrada y es así porque genera un vínculo con los seres que le rodean, un vínculo familiar.

Cuando es arrebatado un niño, provoca un dolor profundo y, por lo tanto, es una de las situaciones más crueles que hay en la vida. Y más si se trata de criminalidad, asesinato o para la venta de órganos o explotación sexual, expresa monseñor Rafael Valdivieso, obispo de la diócesis de Chitré.

Siempre es importante preparar a los niños y adolescentes para tantas cosas malas que hay en el mundo. Hay que educar y preparar a los hijos para que sepan que pueden ser víctimas de estos actos criminales y cómo evitarlos, señala.

Hoy en día hay mucho más peligro y hay que procurar acompañarlos a la escuela, teniendo siempre presente que pueden ser arrebatados de la familia, quitándoles su inocencia, su paz, su libertad, haciéndolos esclavos de los vicios.

Por su parte, el arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa, aduce que hay acontecimientos donde la rapidez tiene que estar, y es responsabilidad de toda la sociedad, que cuando recibamos la alerta Amber tenemos que ayudar. No es solo un proyecto de estado o de gobierno, especialmente porque se trata del cuidado de la niñez.