Con la presencia del presidente José Raúl Mulino, ministros de Estado y autoridades religiosas y diplomáticas, el arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, presidió en la Catedral Basílica Santa María la Antigua el tradicional Te Deum, destacando la fe, la unidad y el compromiso moral como pilares para seguir construyendo la nación.
Karla Díaz
Panamá celebró este 3 de noviembre el solemne Te Deum en la Catedral Basílica Santa María la Antigua, una tradición profundamente arraigada en la historia patria. La ceremonia religiosa fue presidida por el arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, y contó con la presencia del presidente de la República, José Raúl Mulino, su gabinete ministerial, autoridades diplomáticas, representantes de diversas confesiones religiosas y fieles de todo el país.
Monseñor Ulloa abrió su homilía recordando que “comenzar las festividades patrias poniendo a Panamá en las manos de Dios no es un acto de evasión, sino de compromiso”, al tiempo que subrayó que solo caminando junto a Él se puede construir una nación de paz y bienestar.
Inspirado en el Evangelio de San Lucas, el arzobispo invitó a los panameños a reflexionar sobre la pregunta del pueblo ante Juan el Bautista: “¿Qué tenemos que hacer?”, señalando que esa misma interrogante debe guiar a los ciudadanos en la búsqueda de una patria más justa y solidaria.

“Celebrar la patria a la luz del Evangelio es renovar el deseo de construir un país donde cada panameño viva con dignidad, donde el poder sea servicio y la esperanza compromiso concreto con el bien común”, expresó Ulloa.
Un país de fe y diversidad
El prelado destacó además la riqueza espiritual y cultural de Panamá, resaltando la convivencia armoniosa entre distintas religiones y credos que, dijo, hacen de la nación un “mosaico de fe y esperanza”. Recordó que la unidad no es una utopía, sino una realidad forjada con el esfuerzo conjunto de criollos, afrodescendientes, pueblos originarios, chinos y europeos que soñaron una patria libre y soberana.
También evocó momentos decisivos de la historia nacional —el heroísmo del 9 de enero de 1964, la recuperación de la democracia en 1989 y la reversión del Canal en 1999— como ejemplos del espíritu de unidad y determinación que ha caracterizado al pueblo panameño.
Un llamado a la conversión y a la esperanza
En un tono de reflexión, monseñor Ulloa hizo un llamado a la conversión del corazón, invitando a mirar a los próceres no solo como figuras del pasado, sino como inspiración para el presente. Mencionó a José Agustín Arango, Manuel Amador Guerrero, Belisario Porras y María Ossa de Amador, entre otros, como ejemplos de visión, compromiso y amor a la patria.
“Nuestros fundadores soñaron con una patria libre y creyente, donde el poder fuera servicio, la libertad responsabilidad y la fe inspiración”, recordó.
El arzobispo exhortó a los panameños a soñar y trabajar por la patria con esperanza, destacando el papel fundamental de la juventud en la construcción del futuro nacional.
“Cada joven que estudia con empeño, que trabaja con honestidad y que sirve a su comunidad, es una bandera viva de esperanza para la nación”, afirmó.
Educar para amar la patria.

Finalmente, Ulloa Mendieta insistió en la importancia de educar en el amor a la patria, formando el corazón de las nuevas generaciones en valores, memoria y ejemplo. “Panamá no es una abstracción —dijo—, es nuestra casa común, un don de Dios que debemos cuidar y hacer crecer.”
En un ambiente de solemnidad y gratitud, el Te Deum concluyó con el canto de acción de gracias, recordando que la fe y el compromiso ciudadano siguen siendo el alma viva de la nación panameña, especialmente en este mes en que se celebra con orgullo el nacimiento de la República.
