El Señor pasa delante de ti

El Señor pasa delante de ti

Entonces dijo Moisés: «Déjame ver, por favor, tu gloria.» El le contestó: «Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahveh pero mi rostro no podrás verlo, porque no puedes verme y seguir viviendo, te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado para que veas mis espaldas, pero mi rostro no lo podrás ver.» (Exodo 33, 18 y ss. – resumido- )
Nos ocurre lo mismo que a Moisés: interrogamos al Señor pero no sentimos respuesta, y esto es porque no vemos, no escuchamos; tenemos cargados los ojos, cerrados los oídos y no podemos ver ni escuchar. Cargados con nuestros pequeños orgullos, resentimientos y deseos imposibles, por el amor a tantas cosas… por tantos miedos; cerrados por el bullicio de esta contra cultura que nos aturde y nos ahoga. Pero Él sí se manifiesta, sí pasa; pero nos sucede que no vemos, no escuchamos; estamos limitados por nuestra pobre capacidad de comprensión, vivimos en otro mundo, en otra realidad. Nuestra mirada está dirigida a nuestro interior y nuestra escucha a lo que dicen los demás.
Si pudiésemos hacer un poco de silencio interior y ver que en cada acontecimiento de nuestra vida en que hemos podido construir algo que valga la pena, en cada hermano que sufre, en cada rostro de niño, en cada humilde flor, en cada montaña, en todos los paisajes de la tierra, en el firmamento insondable de una noche estrellada, que el Señor hace pasar ante nuestra vista toda su bondad y nos dice: “te quiero”. Pero sobre todo, nos dice “te quiero” en el regalo de una salvación por “gracia” que va más allá de nuestros mas locos deseos; en un gesto de Padre nos abre sus brazos y nos entrega a su Hijo, y en el nos hace hijos, para su gloria. Espera Señor, no pases de largo, que yo también “te quiero”.