En el evangelio de este domingo, Jesús expone a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo otra parábola en la que se menciona el trabajo en las viñas, (Mt 21,28-32).
Dios quiere contar con nosotros para el trabajo en su campo que es el mundo, la vida, la sociedad actual, de manera especial nuestras familias. La pregunta obligada es quiénes acogen el llamado con entusiasmo, voluntad y entrega, y quienes se hacen los ciegos. Cada uno tendrá la respuesta de aceptar la invitación de Dios, siendo los primeros o los últimos.
Extrapolando la parábola a la situación que vive la humanidad –con la inesperada llegada de la pandemia del coronavirus– es interesante saber qué tanto estamos dispuestos a trabajar para superar esta crisis sanitaria, social y económica.
Nuestra respuesta ha de ser urgente, coordinada, y debe ofrecer ayuda inmediata a quienes más lo necesitan. Los empleadores, los trabajadores, los jornaleros viven la misma realidad.
Tenemos la posibilidad de salvar lo puestos de trabajo y de empresas si todos actúan con determinación para garantizar la continuidad de las empresas, impedir despidos masivos y proteger a los trabajadores vulnerables.
Las decisiones que se adopten hoy determinarán la salud de nuestra población y nuestras economías en los años venideros ¿quiénes irán por delante? Al igual que en la parábola de la viña del Señor, es necesario contar con todos.
Y es que todos sufriremos por esta situación. No sólo aumentará la propagación del virus, sino que a largo plazo amplificará ampliamente los ciclos de pobreza y desigualdad.
Estamos dispuestos a responder, a imitar a Jesús, que aceptó la voluntad de Dios y se entregó a sí mismo para que esta viña produzca frutos para la vida del mundo. Nuevamente la respuesta la tenemos cada uno de nosotros, desde la posición que ocupamos en nuestra sociedad.