El estilo de vida moderno ha privado a los niños de elementos básicos para su desarrollo, generando una crisis emocional profunda.
Por Marianne Colmenárez
Hoy en día, una preocupante realidad se está gestando en el corazón de las familias. Los niños de esta generación enfrentan un estado emocional devastador que ha alcanzado niveles alarmantes.
Diversos estudios han alertado sobre el drástico aumento de trastornos mentales infantiles, reflejando una crisis que no podemos ignorar.
Le llaman niños vacíos: crecieron con exceso de pantallas, poca guía y una marcada ausencia emocional.
Datos alarmantes
La depresión y otros trastornos mentales afectan a un número significativo de estudiantes, según cifras del Ministerio de Salud. La tasa de suicidio hasta el 2018, en la República de Panamá, es del 3.5% por cada 100 mil habitantes, con hospitalizaciones de jóvenes entre 15 y 29 años por esta causa.
Por su parte, la Caja de Seguro Social (CSS) señala que el 3% de la población infanto-juvenil padece de depresión, siendo mayor en adolescentes con un 4% – 8%; mientras que es menor en niños escolares y aún menor en preescolares, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Panamá existe un 7.4% de la población con TDA/H entre niños de 6 a 11 años.
La psicóloga Ingrid Olivares, directora ejecutiva de la Fundación Basta de Acoso y Violencia, advierte que “estamos ante una generación sobre estimulada tecnológicamente, pero emocionalmente vacía. La desconexión con los padres y la falta de límites están generando una infancia sin estructura y con altos niveles de ansiedad”.
Infancias carentes y sobrecargadas

Los niños han sido despojados de elementos fundamentales para su desarrollo saludable, como la presencia de padres emocionalmente disponibles, la existencia de límites claros, la asignación de responsabilidades acordes a su edad, una nutrición equilibrada, un sueño adecuado y el tiempo de juego al aire libre que favorece la interacción social.
En su lugar, la infancia actual está dominada por padres distraídos por la tecnología, una crianza permisiva sin normas establecidas, la gratificación instantánea sin esfuerzo, la falta de actividad física, la ausencia de juegos creativos y el exceso de estimulación digital que sustituye el contacto humano y la creatividad espontánea.
Regresar a lo esencial
Frente a este panorama, Ingrid Olivares asegura que “es posible revertir esta situación si tomamos medidas concretas para equilibrar la vida de nuestros hijos, estableciendo límites claros y asumiendo el rol de guía en la crianza”.
Para la especialista, el priorizar una rutina saludable con una alimentación balanceada y un descanso adecuado contribuirá al bienestar de los niños.
Estrategias para una infancia equilibrada y plena
- Fomentar el juego al aire libre y las interacciones cara a cara fortalecerá sus habilidades sociales y emocionales.
- Involucrarlos en tareas domésticas, según su edad, les ayudará a desarrollar autonomía y sentido de responsabilidad.
- Reducir el tiempo frente a las pantallas y evitar el uso de tecnología, como solución al aburrimiento, permitirá que su creatividad y capacidad de resolución de problemas se desarrollen de manera natural.
- Enseñarles a esperar y postergar la gratificación les ayudará a cultivar paciencia y autocontrol.
- Dedicar tiempo de calidad en familia, sin distracciones digitales, reforzará los vínculos afectivos y proporcionará el entorno seguro que necesitan para crecer sanos y felices.