Julia González Mojica
Los obispos de la Conferencia Episcopal Panameña mediante un comunicado agradecieron al personal de salud, estamentos de seguridad y otras instituciones públicas y privadas, cuyo persona ha demostrado su vocación de servicio y entrega al prójimo.
Además, se colocó ante el altar de Dios a todos los que han fallecido en su misión de combatir el coronavirus, y a aquellas personas que fueron afectadas, y que ahora descansan en el Señor.
Reconstruir un mejor Panamá
Los obispos manifestaron que este alto obligado en nuestras vidas debemos aprovecharlo para “replantearnos dónde está la verdadera felicidad, la verdadera democracia, los verdaderos y fundamentales derechos humanos”.
También reflexionaron sobre la manera que vivía el mundo, donde el placer, el individualismo, el hedonismo, y el dinero marcaban las actuaciones individuales, las políticas nacionales e internacionales. “Todo basado en una economía deshumanizante, en lo que todo vale, hasta la corrupción”, señalaron.
De igual forma destacaron lo afirmado por el Papa Francisco sobre que «la corrupción es quitar al pueblo. La persona corrupta que hace negocios corruptos o que gobierna de forma corrupta, roba al pobre. Las víctimas son los pobres».
Los obsipos aseguran que “ningún sector de la sociedad ha escapado de esta pandemia: ni el gobierno, las Iglesias, las empresas, las organizaciones sociales, los partidos políticos, las personas. Este es el virus mundial que ha exterminado de manera constante vidas humanas y ha empobrecido a grandes sectores de la población negándoles así derechos básicos y fundamentales”.
Se señala en el comunicado que “como pastores de esta Iglesia en Panamá, hemos escuchado los gritos de desesperación de quienes no encuentran solución a lo más básico: salud, alimentación, vivienda, agua, o contar con un recurso mínimo para su sustento y sobrevivencia”.
También se aprovechó el documento para explicar las razones que motivaron la firma del convenio entre la Conferencia Episcopal Panameña y la Contraloría General de la República, que tiene como propósito garantizar la auditoría social o veeduría de la la entrega del bono solidario y las bolsas de alimentos, a las familias verdaderamente necesitadas.
Con este convenio se busca propiciar “que los ciudadanos y ciudadanas tomen conciencia de la importancia de la vigilancia de los recursos públicos para el bien común”, señalan los obispos.
Según expresan las máximas autoridades eclesiales panameñas, “estar vigilantes de las actuaciones de las autoridades es parte del compromiso adquirido” por ellos, así como “ser luz que indiquen el camino correcto”.
Aseguran que “cada persona debe ser dignificada cuando se le pretende ayudar, ofreciendo mecanismos que le permitan aportar a mejorar su condición de vida (…) Esto es válido para los subsidios que ofrece el gobierno, las ayudas de las Iglesias, y las organizaciones no gubernamentales”.
La Conferencia Episcopal considera “urgente un cambio radical en el comportamiento de las autoridades, gobernantes, ciudadanos, y todos en Panamá”.
Aclararon que “Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en ‘los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad’”.
Los convocados hicieron una invitación urgente para establecer “un proceso amplio de consulta y participación para acordar los nuevos términos que deben orientar la acción del Estado y de la sociedad en su conjunto”.
Los obispos fueron claros al señalar para devolver el país a un régimen libre de la emergencia, es necesario un proceso determinante para que esa nueva normalidad sea el “resultado de la aspiración de todos los hombres y mujeres que están cansados de lidiar con la indiferencia de quienes están obligados a proteger la vida humana y el bien común, de ciudadanos que aspiran a vivir con dignidad y donde impere la paz social”.