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Católicos cristianos creyentes, no practicantes

Católicos cristianos creyentes, no practicantes

Francisco Mario Morales/Catholic.net

Católicos, cristianos, creyentes, no practicantes, creyentes religiosos, son todos aquellos que se dicen católicos cristianos, pero que no están comprometidos ni familiarizados con su fe y lo esencial de su doctrina. Y lo peor, son los principales críticos de la religión. Lo poco que “conocen” les da la capacidad de juzgar y condenar ocasionando divisiones y confusión.

Muchas personas desconocen las bases fundamentales del catolicismo, cuando se le preguntan los objetivos de este no sabe, y eso significa que están faltando a su compromiso, lo cual ha sido comprobado por sacerdotes y laicos de doce países de Latinoamérica, Europa y Asia, ponentes y organizadores del primer Congreso Internacional del Apostolado de la Nueva Evangelización.

No conocedores de su propia religión, muchos feligreses han caído en la rutina y la apatía. Se dicen creyentes, pero no practican el amor y la compasión hacia sus semejantes, esencia del mensaje de Jesucristo, “pasando así por alto los mandatos de Dios” (Mc 7, 9). Una religión así cae en la superficialidad, en el sincretismo, guardando sólo las apariencias; creer en el poder de Jesús, nunca será lo mismo que hacer vida sus enseñanzas.

Actualmente un alto porcentaje de católicos profesan una fe por herencia, tradición, imposición familiar o por costumbre, pero en la vida diaria se actúa de manera individualista, egoísta y convenenciera. Obsesionados por nuestra “libertad”, no queremos rendir cuentas a nada ni a nadie e infringen toda norma moral atraídos por aquello que está prohibido.

Es necesario comprender que no basta con creer; la práctica es la esencia de cualquier religión. ¿De qué sirve aprenderse de memoria las Sagrados Escrituras, si no se hace un esfuerzo constante por tener calidez, tolerancia y buen corazón? “Los demonios también creen, pero como unos esclavos que aborrecen a su Señor”, dijo Santo Tomás: “Así como de nada les sirve el conocimiento a los demonios, pues su voluntad es perversa, de nada le servirá a un cristiano si no lo mueve el amor de Dios que se manifiesta en la conducta” (St 2, 19). Biblia Comentada – Straubinger. “La fe que no va acompañada de obras, es una fe muerta” (St 2, 20). “No basta con creer, hay que practicar” (Mt. 7, 21). Si sólo creemos pero no practicamos, estaremos viviendo una religión incompleta, insuficiente y, además, seremos incongruentes porque decimos una cosa y hacemos otra. La fe debe provenir del corazón. Tal como afirma Carl Caleb Colton: “Los hombres reñirán, escribirán, lucharán, morirán por la religión; todo excepto vivirla”.

La caridad, que es el amor al prójimo, es la virtud que menos se practica. No se diga de las obras de misericordia. Por eso, de nada sirve creer si no hay una vida llena de testimonio.

El católico que ama a Dios y lo obedece, tiene deberes que cumplir. Nos rehusamos a ver que el individualismo egoísta jamás nos conducirá a una vida más plena, con mayor sentido. Por desgracia, lo que prevalece ahora en muchos católicos es el odio, la envidia, la soberbia, la malicia, el rencor y la intolerancia. Jesús, lejos de promover el individualismo egoísta, predicó la fraternidad; muchos son los que buscan a Dios, pero de la forma equivocada.

En la Iglesia todos somos importantes, nuestra razón de ser no es la búsqueda de honores y reconocimiento sino el servicio; todos estamos aquí para servir a los demás. 

Es necesario también reconocer y re- evangelizar para combatir la ignorancia, la animadversión y el escepticismo (incredulidad) de muchos hermanos y enfrentar con valor y amor los ambientes adversos.

Para combatir la ignorancia y la incredulidad es necesario evangelizar de nuevo con energía amorosa. Muchos se han alejado de la Iglesia por haber vivido experiencias desagradables; seguramente resentidos, pierden de vista que el fundamento real de nuestra fe, es Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, nuestro modelo.