Memoria agradecida a los héroes anónimos de SINAPROC, Bomberos, y Sume 911

Memoria agradecida a los héroes anónimos   de SINAPROC, Bomberos, y Sume 911

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Hoy, desde la Capilla del Seminario Mayor San José, el Arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, presidió la Santa Misa, en memoria agradecida a la multitud de héroes anónimos de SINAPROC, Bomberos, y Sume 911 que día a día, de manera silenciosa, auxilian y asisten en medio de la pandemia, aún a riesgo de sus vidas. 

“Ustedes son testimonio de compromiso y amor al prójimo, en medio de la crisis sanitaria que vive la humanidad y por ende Panamá, ustedes como tanta gente, incluso anónima, se están entregando sin descanso, están atendiendo a quienes se ven afectados por el coronavirus, expresó Monseñor Ulloa. 

Indicó que muchas veces pensamos que trabajamos solos, que debemos resolver todos nuestros problemas solos, que debemos recurrir a Jesús solo cuando las cosas han llegado a tal grado que no podemos más (enfermedad, crisis económica, etc.). Sin embargo, nunca lo pongan en duda, Jesús siempre nos acompaña con su poder y su amor a lo largo de todo nuestro día. 

“Y es vuestra la fe, algo similar a lo que nos presenta el fragmento del evangelio de hoy, donde muchos ven la muerte de la niña y la impureza de la hemorroísa, ustedes como Jesús ven la vida y la esperanza que engendra la fe. 

Dejemos que Jesús tome el control de nuestra vida cotidiana; sorpréndanse de ver el poder de Dios todos los días. “Cuantas escenas como las que nos presenta el evangelio han vivido cada uno de ustedes”, manifestó con la seguridad de pastor.

Recordó la lectura del Evangelio de Mateo que los que estaban allí se reían de Jesús. ¡Qué cruel es a veces esa distancia entre los juicios humanos y la compasión divina! y aseguró que la fe es la base necesaria para salvar, libertar, sanar, animar y confortar, pero es necesario cuidar con amor, cariño y no descuidar, porque muchas vidas se pierden por descuido.

“Ustedes, camisas rojas, rescatistas y paramédicos son instrumentos del Señor en estos tiempos de tormenta, y junto con el personal de Salud y de orden público, vienen por nosotros cuando les necesitamos, cuando la oscuridad y el miedo nos paralizan a expensas de su propia seguridad y su vida.

«Hoy podemos decir queridos hermanos, nuestros, Bomberos, Sinaproc, Sume 911 paramédicos, miremos   y recordemos que es ser realmente héroe”, tras advertir que no son aquellos que tienen fama, dinero y éxito, no, “héroes son aquellos que dan todo lo que tienen para ayudar a los demás, aun a costa de su propia vida”.

Y siguió reconociendo el trabajo de estos hombres y mujeres que a diario están poniendo su vida en juego, y al mismo tiempo le dijo que no tuvieran miedo de entregarla por Dios porque la alegría más grande es entregar el amor a la vida, como lo hizo Jesús.

Al final de su homilía reiteró su gratitud a los héroes anónimos Bomberos, Sinaproc, Sume 911.  “Gracias porque a pesar de estar exhausto por los casos que atienden regularmente y que ahora se ha incrementado por los casos de coronavirus, siguen tirando del carro”.

A continuación, el texto completo de la Homilía de Monseñor Ulloa desde la capilla del Seminario Mayor San José.

Homilía Lunes XV tiempo Ordinario

Mons. José Domingo Ulloa Mendieta

Su excelencia Lic. Janaina Tewaney Mencomo, Ministra de Gobierno y Justicia.

Respetados Bomberos, Sinaproc y Sume 911.

Muy respetados Bomberos, Sinaproc y Sume 911, en estos tiempos difíciles, en los que el COVID 19 nos ha paralizado y está marcando el ritmo de nuestras vidas, queremos que llegue a todos un mensaje de esperanza, aquel que nunca nos abandona y que nunca nos deja solos. 

Ustedes son testimonio de compromiso y amor al prójimo, en medio de la crisis sanitaria que vive la humanidad y por ende Panamá. Ustedes, como tanta gente incluso anónima, se están entregando sin descanso, están atendiendo a quienes se ven afectados por el coronavirus.

Por todo ello, hoy queremos dar gracias a Dios por contar con ustedes que están llenos de humanidad, solidaridad y amor al prójimo.

Que iluminadora es la Palabra que Dios nos regala el evangelio de hoy, con dos pasajes en los cuales Jesús, por medio de dos grandes milagros nos muestra no solo su poder sino su identidad como Hijo de Dios, como verdadero Dios, y esto nos debe llevarnos a reflexionar en la imagen que tenemos sobre Jesús. 

Muchas veces pensamos que trabajamos solos, que debemos resolver todos nuestros problemas solos, que debemos recurrir a Jesús solo cuando las cosas han llegado a tal grado que no podemos más (enfermedad, crisis económica, etc.), sin embargo, nunca lo pongan en duda, Jesús siempre nos acompaña con su poder y su amor a lo largo de todo nuestro día. 

Dejemos que Jesús tome el control de nuestra vida cotidiana; sorpréndanse de ver el poder de Dios todos los días.

Cuantas escenas como las que nos presenta el evangelio han vivido cada uno de ustedes.

Y es vuestra la fe, similar a lo que nos presenta el fragmento del evangelio de hoy. Donde muchos ven la muerte de la niña y la impureza de la hemorroísa, ustedes como Jesús ven la vida y la esperanza que engendra la fe. 

Dice Mateo que los que estaban allí «se reían de él». Los ciegos se mofaban del único que sabía mirar. ¡Qué cruel es a veces esa distancia entre los juicios humanos y la compasión divina! ¡Y cuánto bien nos hace hablar a Dios con humildad cuando la vida nos desborda o cuando el mal nos acecha! Entonces, solo entonces, con su mirada se nos caen los velos y, en el desierto, «nos penetramos del Señor». 

¡Cuánto sé que sufre, cuando ve la aflicción de los demás y algunas veces y no se puede hacer nada! 

Incluso surge como el padre de familia, el sentimiento de dar incluso la propia vida para salvar a los demás. Y aquello que es una inquietud que se convierte en un tormento.

La fe es la base necesaria para salvar, libertar, sanar y confortar, pero es necesario cuidar con amor y no descuidar. Por eso tengan siempre presente, las dos cosas, porque ellas no pueden ser separadas.

De nada vale solo tener la fe. La fe es la base necesaria para salvar, libertar, sanar, animar y confortar, pero es necesario cuidar con amor, cariño y no descuidar, porque muchas vidas se pierden por descuido.

Que belleza si sabemos juntar la fe y el cuidado, y el cuidado aquí significa el amor que se reviste en ternura, en gestos y cuidados necesarios.

Ustedes más que nadie lo saben: La llegada del coronavirus (Covid-19), más que paralizarlos les ha avivado su vocación de servicio y de amor y cuidado a la vida humana.

Hoy quisiera que juntos podamos hacer una lectura creyente de los que estamos viviendo: Quisiera invitarlos a entender lo que estamos viviendo como país, y que también experimenta el planeta entero, como una travesía. Un itinerario como el de Israel cuando salió de Egipto y se adentró en el desierto.

Ellos caminaron con miedo, renegando de su Dios, y a veces sentían que tropezaban por ir con los ojos vendados. Tal vez en ocasiones nos sentimos así, angustiados, temerosos, a oscuras porque no sabemos cómo será el día, y menos el mañana. El desierto puede ser un lugar intimidante.

 Nuestro Dios sabe eso, nos conoce porque es nuestro Padre, y por eso no nos deja solos, nos toma en sus brazos con ternura y nos da cobijo. (Como nos dice el profeta Oseas en la primera lectura: nos corteja y nos lleva al desierto para hablarnos al corazón).

 Dios no nos desatiende, y así como a Israel le asignó guías, ángeles, mensajeros y cuidadores para suavizar el trayecto por aquel páramo, a nosotros también nos ha beneficiado acompañantes que vigilan dónde pisamos, que vienen por nosotros cuando caemos, cada vez que nos acechan los peligros. 

Ustedes, camisas rojas, rescatistas y paramédicos son instrumentos del Señor en estos tiempos de tormenta. Junto con el personal de Salud y de orden público, ustedes vienen por nosotros cuando les necesitamos, cuando la oscuridad y el miedo nos paralizan. Ustedes, a expensas de su propia seguridad y su vida, se lanzan en nuestra búsqueda cuando hemos perdido el camino y cuando estamos más vulnerables por quebrantos de salud o somos presas de desastres como el que ahora vivimos.

«Hoy podemos decir queridos hermanos nuestros, Bomberos, Sinaproc, Sume 911 paramédicos, miremos   y recordemos que es ser realmente héroe.

Héroe no es aquel que tienen fama, dinero y éxito. No, héroes son aquellos que dan todo lo que tienen para ayudar a los demás, aun a costa de su propia vida.

Ustedes que a diario están poniendo su vida en juego. No tengan miedo de entregarla por Dios y por los otros. ¡Ganarán! Porque la vida es un don que se entiende siendo generoso. La alegría más grande es entregar el amor a la vida, como lo hizo Jesús».

 Dios está siempre a nuestro lado, y hay momentos que lo hace a través de un bombero voluntario o permanente, un efectivo del Sinaproc o un especialista de las urgencias médicas. Ustedes son sal y luz, son agua fresca en esta deflagración que estamos padeciendo. Vienen por nosotros en el peor de los momentos, no nos sueltan de la mano, mientras dejan atrás sus familias, su seguridad, sus proyectos personales, 24/7, no saben voltear para otro lado si alguien está en apuros, se exponen al dolor, al riesgo, y hoy más que nunca a la muerte por contagio del coronavirus.

 SINAPROC

Desde hace 38 años, el Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC) está al lado de su pueblo previniendo y mitigando daños ocasionados por emergencias o desastres de todo tipo. Su fuerza radica en sus voluntarios, que son de más 1,500, y los 250 funcionarios, todos gente noble, humilde y trabajadora que responden al llamado de auxilio, y lo hacen llevando esperanza en momentos adversos.

 Todos ustedes, familia del SINAPROC han estado al frente de batalla contra el coronavirus, dejando a sus propias familias para ayudar a los demás y lo hacen por ese valor tan importante en la vida de todo ser humano: la solidaridad.

 En esta crisis sanitaria han dado su cuota de sacrificio. Dentro de sus filas, colaboradores y voluntarios han resultado positivos al COVID19, lo mismo que en el Benemérito Cuerpo de Bomberos y el Sume-911.

  Los Bomberos

No es la primera vez que un camisa roja ofrenda su vida, bienestar o estabilidad personal para servir a otros. El cuerpo de bomberos de Panamá tiene una fecunda historia de actos heroicos, ofrendas vitales para el bien de quienes habitamos esta tierra única y maravillosa. 

 Son más de 130 años de acompañamiento bomberil a los panameños, una solidaridad profesional, que empezó allá por el año 1887 con apenas unas cuantas mangueras, los providencialmente llamados “salvadores” y los hacheros que se abrían paso para llegar hasta los necesitamos que estaban atrapados en el fuego, como tal vez nos sintamos algunos de nosotros con esta pandemia.

 En el camino han ofrendado muchas vidas. Desde el Polvorín que todos recordamos con sano orgullo, hasta cada uno de los bomberos que se ha entregado por completo al servicio por Panamá y los panameños.

Del Sinaproc son: 

  •       1,000 unidades dedicadas a la Operación Covid-19
  •       800 unidades en las emergencias a nivel nacional
  •       40 contagiados
  •       1 fallecido por esta enfermedad 
  •       1 fallecido en accidente en la Operación Covid-19 (Darién)

 SUME-911

 Todas son historias de gente valiente, dadivosa, emprendimientos cívicos que culminaron con la organización de estas agrupaciones que ahora son gubernamentales, pero que empezaron con el empeño de buenos ciudadanos, gente que tuvo clara su ciudadanía y la entendieron como un don que debía ponerse al servicio de los demás.

 El más reciente ejemplo de esto lo tenemos en el Sistema Único de Manejo de Emergencias (SUME-911), una entidad que nació de las entrañas mismas de la nación panameña, de profesionales de la medicina, bomberos, ingenieros y paramédicos entusiastas del servicio al bien común, quienes se dispusieron a recabar la poca o escasa información sobre accidentes, atenciones y equipo disponible en Panamá, y posteriormente investigaron cómo, en otros países, se había implementado un sistema de atención de emergencias.

 Así, con empuje cívico y el posterior apoyo de las instituciones gubernamentales que supieron ver la importancia de esta iniciativa, y con el respaldo del pueblo panameño que se volcó a donar y apoyar la Teletón del 2007, fue como esta institución vio la luz hace apenas 11 años. Y en este corto tiempo han demostrado ser un pilar para la salvaguarda de la vida y el bienestar general.

 No sé si a ustedes les ocurre, pero cuando uno está en apuros, y ve que llegan los Bomberos, el Sinaproc y el 911, en la mente –a pesar del trago amargo que se esté viviendo– surge una cierta paz, algo de seguridad y calma. Como le ocurrió en el Evangelio de hoy al personaje que se cruzó con Jesús. Apenas lo tuvo enfrente supo que todo iba a estar bien y le dijo: «Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la cabeza, y vivirá».

 Así mismo ocurrió con la mujer que padecía flujos de sangre. Vio a Jesús y en su conciencia supo que solo con tocarlos su enfermedad desaparecería. Eso puede estar ocurriendo con quienes son víctimas de tragedias, de enfermedades o desastres, y ven llegar a estos ángeles del bien. Ustedes, bomberos, rescatistas y paramédicos, son esa presencia que infunde serenidad en tiempos de tormenta. Tal vez ni ustedes mismos lo piensan así, pero es el efecto que producen cuando irrumpen para salvar, para prevenir y para ayudar sin hacer distinción alguna.

 Así como Jesús, ustedes no excluyen a nadie. Como Cristo, el buen médico, ustedes se compadecen de nuestros males. Les exhorto a continuar con su labor que es tanto como un apostolado. Póngase en manos del Pobre de Nazaret, con la intercesión de su Madre Santísima, porque no hay enfermedad que nuestro Señor no pueda curar, tal como hemos visto hoy en el Evangelio. Él nos libra del miedo, de la muerte y del demonio.

Reiteramos nuestra gratitud a ustedes que son héroes anónimos Bomberos, Sinaproc y Sume 911. 

Gracias porque a pesar de estar exhausto por los casos que atienden regularmente y que ahora se ha incrementado por los casos de coronavirus. Gracias por no caer en la moral en él y porque siguen tirando del carro, por eso no podemos olvidarnos que cada uno de ustedes tiene una familia, y saber que lo que pueda ocurrir en el trabajo y te lo puedas tener que llevar a casa es muy duro.

 

 PANAMÁ, acatemos las normas que nuestras autoridades han implementado. Por ti, por los tuyos, por Panamá -Quédate en casa.

 

† JOSÉ DOMINGO ULLOA MENDIETA, O.S.A.

ARZOBISPO METROPOLITANO DE PANAMÁ